Es como parte de la campaña de inmunización contra el coronavirus en la Argentina, que ya aplicó casi 1,5 millones de dosis en poco más de dos meses, y aceleró el ritmo con el reciente arribo de vacunas de Rusia, India y China.
Docentes y adultos mayores protagonizan por estos días la campaña de inmunización contra el coronavirus en la Argentina, que ya aplicó casi 1,5 millones de dosis en poco más de dos meses, y aceleró el ritmo con el reciente arribo de vacunas de Rusia, India y China.
Cristina Martínez estaba al frente de su clase en la escuela 132 de Rosario cuando el pasado miércoles recibió un llamado del Ministerio de Salud provincial que le indicaba que a las 14 de ese día debía vacunarse.
«Estoy muy conforme con el operativo; todos los maestros queremos volver a las aulas», contó a Télam Cristina, quien hace dos semanas retomó sus tareas de revinculación con 9 alumnos de séptimo grado, antes del inicio del ciclo lectivo previsto para el 15 de marzo.
La primera docente vacunada en esa ciudad santafesina fue Adriana Flores, de la escuela 67, quien atravesó la pandemia «trabajando muchísimo en forma virtual» pero destacó que «la presencialidad es indispensable».
«Me siento feliz de haberme vacunado, le tengo confianza a la vacuna», dijo Adriana y agregó que «hay que valorar a los alumnos», quienes a pesar de las dificultades «le ponen onda» para estudiar.
El Gobierno nacional impulsó la vacunación a docentes de todo el país con la partida de un millón de dosis de Sinopharm –indicada para menores de 60 años– que llegaron desde China a finales de febrero. Inicialmente se distribuyeron 492.000 dosis y este sábado se completa el envío de otras 406.800 que también podrán utilizarse en trabajadores de salud y personas entre 18 y 59 años con condiciones de riesgo.
En Misiones se inició la inmunización a docentes el pasado miércoles con la llegada de 13.500 dosis de Sinopharm y el objetivo es vacunar lo máximo posible antes del inicio de clases el 9 de marzo.
«Pienso que la vacuna es una prevención más pero debemos seguir con todos los cuidados, enseñando a los niños los nuevos hábitos para combatir los contagios también en sus casas», analizó con Télam Gladys Sewaga, docente del colegio San Basilio Magno, de Posadas, quien ya se inmunizó.
Gladys planteó el desafío de hacer entender a los alumnos que «todo lo que les enseñamos sobre compartir y la generosidad, ahora lo tenemos que hacer de otra manera, sin tocarnos, sin acercarnos, abrazándonos solo con la mirada y sonriendo con los ojos» para incentivar esos cuidados frente a la pandemia que cambió el mundo.
Carmen Picallo tiene 93 años y el 24 de febrero se vacunó en la Fundación Pardés, en el barrio porteño de Colegiales, a donde llegó junto a su hija María desde Belgrano, donde vive.
«A la gente de más de 80 les diría que es bueno vacunarse», aseguró a Télam Carmen, una jubilada del rubro de comercio que vivió el aislamiento por la pandemia «muy amargada, con tristeza y sin poder salir de la casa» aunque a diario pasaba un rato en su balcón para tomar aire.
La mujer contó que «sufre mucho» por sus dos nietas médicas, a quienes no pudo ver el año pasado, pero se mostró esperanzada de que «podamos mejorar todos y salir adelante».
«Yo no tuve miedo de vacunarme y siento que me va a proteger», sostuvo y pidió a la gente que «se cuide y se vacune».
La Ciudad utilizó una partida de la vacuna Covishield, fabricada en el laboratorio indio Instituto Serum con la fórmula de la farmacéutica AstraZeneca y la Universidad de Oxford, para iniciar la inmunización de las personas mayores de 80 años.
El Gobierno nacional distribuyó 580.000 dosis de esas vacunas que llegaron al país a mediados de febrero, y se espera otro lote de la misma magnitud en las próximas semanas.
Según el monitor público de vacunación del Ministerio de Salud, se distribuyeron un total de 2.237.310 dosis, de de las cuales fueron aplicadas 1.472.510 (1.133.362 con la primera dosis y 339.148 con las dos dosis).
Los trabajadores de la Salud, el primer grupo inmunizado, recibió hasta ahora 974.520 vacunas, mientras 360.905 fueron aplicadas a personas de 60 o más años, entre otros sectores prioritarios del plan estratégico.
Francisco Osses nació en Chile pero vive en Santa Cruz hace más de 70 años y junto a su esposa Cremilda fueron internados el año pasado con Covid-19 en el Hospital Regional de Río Gallegos. Ella falleció y el recibió la vacuna la semana pasada.
«Me trataron muy bien, sólo tuve un poquito de dolor en el brazo, pero ya tengo ganas de trabajar y hacer cosas», contó a Télam este hombre de 87 años, quien a pesar de la pérdida que le creó «un vacío tremendo», celebró estar vacunado y que los exámenes médicos le indiquen que tiene buena salud. «No se cómo estoy viviendo tanto», bromeó.
Un vecino suyo, Leandro Belfore, un italiano de 87 años viudo que pasó el 2020 sin salir de su casa por temor a contagiarse, coincidió en destacar el trabajo de los enfermeros y enfermeras del Centro Cultural de Río Gallegos, donde fue inmunizado.
«Estoy más tranquilo pero igual tengo que seguir cuidándome. Mi nieta y los que están por venir me dan fuerza para seguir peleando», celebró Belforte, uno de los pioneros que llegó a Río Turbio en 1949, dejando atrás los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
«Con mis padres y mis siete hermanos tuvimos que estar encerrados durante cuatro años en Ripi, en la región de Lacio. Argentina nos dio oportunidades y nos cuidó», aseguró y ya agendó la fecha en que le aplicarán la segunda dosis el próximo 30 de marzo.
La provincia de Buenos Aires comenzó a vacunar a docentes y personal auxiliar con factores de riesgo a finales de enero y a partir del 1 de febrero extendió la inmunización al resto de los miembros de la comunidad educativa. Hasta el viernes 5 de marzo fueron vacunados 91.355 trabajadores de ese sector.
«Soy docente y esto de no estar vacunado me daba miedo. Me privé en muchas oportunidades de ver a mis padres y si los veía era de lejos», contó Juan Manuel Espina, de 36 años, quien tras ser inmunizado en un centro de vacunación de Mar del Plata sueña con «dentro de poco poder darles un beso y abrazarlos».
María Angélica Reinoso, profesora de historia en varias escuelas de la ciudad balnearia, dijo que fue una de las primeras en anotarse para recibir la vacuna «cuando nadie confiaba en ninguna», después de un año de mantener comunicación telefónica con sus padres «sin poder abrazarlos».
«En el pasado tuve cáncer y en mi familia hay varias personas de riesgo, entre ellas mi hermana, con quien vivo. Cuando surgió lo de la vacuna le pregunté a mi médico y me dijo que sí», relató tras salir de un centro de vacunación.
Lejos de las playas bonaerenses, en la norteña ciudad de Salta el plan de inmunización a docentes se inició el pasado jueves en la escuela 4642 Campaña del Desierto.
«Estábamos esperando la vacuna, con la expectativa de que llegara lo antes posible, más por el contacto con los niños», dijo a Télam Rosa Portal, a cargo de primer grado C del turno tarde.
A su lado, Rubén Cayo, de 51, consideró que «el año pasado cambió todo y tuvimos que adaptarnos a nuevas estructuras de enseñanza» tras ser inoculado, listo para el desafío de volver a enseñar dentro de un aula.