Pese a que en la Argentina el hábito de fumar disminuyó un 25% desde 2005, en la actualidad todavía unas 45 mil personas mueren al año por causas que están asociadas al tabaco -lo que representa un 14% de los fallecimientos totales-, según un informe presentado hoy por la red de Hospitales Universitarios de la Universidad de Buenos Aires (UBA) con motivo del Día Mundial sin Tabaco que se conmemora los 31 de mayo.
(Télam) – «El tabaquismo es el factor de riesgo para seis de las ocho primeras causas de muerte en el mundo y eso también se reproduce en nuestro país. Esto incluye enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, cáncer de pulmón, EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), otros cánceres de la vía aérea, de la vía urinaria e infecciones del tracto respiratorio inferior como neumonías», detalló a Télam Iris Boyeras Navarro, neumonóloga del Instituto de Oncología Angel Roffo.
Y continuó: «La gente sigue pensando que los accidentes de tránsito son la primera causa de morbi-mortalidad; sin embargo, si uno contempla todas estas enfermedades, la primera causa de muerte es el tabaco porque se relaciona con más de siete millones de fallecimientos al año a nivel mundial, la mayoría en países de bajos y medianos ingresos».
En la Argentina, Boyeras Bavarro señaló que «el tabaquismo está asociado a unas 10 mil muertes al año por enfermedades cardíacas; 7.800 por EPOC; 12.700 por cáncer y hay más de 4.500 fallecimientos por tabaquismo pasivo».
De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) de 2019, la prevalencia de consumo de tabaco continúa con su tendencia decreciente desde 2005, evidenciándose desde entonces una reducción del 25%
La especialista destacó que esto es producto de que «a principios del siglo XXI Argentina, junto a otros países de Latinoamérica, firmó el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) de la OMS y se empezaron a implementar medidas como la prohibición de la publicidad, ambientes públicos 100% libres de humo, aumento de impuestos para generar que sean menos asequibles, etc.».
«Estas medidas se fueron implementando paulatinamente y con distintos grados de reglamentación en cada provincia, pero hizo que la cantidad de tabaquistas descendiera de 29,7% en 2005 a 22,2% en el última encuesta; se trata de uno de los índices más altos de la región: Brasil o México tienen un 17% de prevalencia de tabaquismo».
Boyeras Bavarro enfatizó que este porcentaje «todavía puede mejorarse».
«Por ejemplo, los impuestos sobre el cigarrillo en Argentina solamente cubren el 50% de los costos que genera en salud la carga atribuible de enfermedades del tabaquismo, entonces si se aumentara todavía más el valor se podrían salvar más vidas; también podría prohibirse más la publicidad, que todavía se da dentro de los quioscos, se podrían poner los paquetes en blanco y negro que generan menos atractivo, etc.», agregó.
Otro punto que destacó la especialista en el informe de la red de Hospitales Universitarios es que «cada vez se comienza a fumar más joven»: «Hay encuestas en estudiantes de 13 a 15 años que van dando cuenta cómo va bajando la edad de inicio; esto depende de las regiones; lamentablemente, como en tantos otros problemas de salud, las poblaciones más vulnerables son las que tienen mayor prevalencia de tabaquismo y en personas más jóvenes», detalló.
El informe presentado hoy también dio datos sobre la problemática de los fumadores pasivos.
«El humo que inhala el fumador pasivo es el de la corriente secundaria (mezcla de humo que se libera mientras el cigarrillo está en el cenicero con el humo que exhala el fumador) que contiene unas 7.000 sustancias, cientos de ellas son tóxicas y 70 producen cáncer; tiene hasta tres veces más nicotina y alquitrán que la corriente principal que aspira el fumador y unas cinco veces más de monóxido de carbono», explicó en el documento Patricia Aruj, médica clínica y neumonóloga del Instituto Alfredo Lanari de la UBA.
El documento precisó que el «humo del tabaco contamina ambientes cerrados o semicerrados y 1 de cada 5 adultos sigue expuesto en sus hogares, bares, restaurantes o lugares de trabajo».
«Un fumador pasivo expuesto al humo de tabaco ambiental durante una hora, inhala una cantidad equivalente a 2 o 3 cigarrillos. La irritación nasal, de los ojos y de las vías respiratorias (con tos y flemas) son los síntomas más frecuentes asociados al humo del tabaco», indicó el informe.
En tanto que Ayuj explicó que «los hijos de padres fumadores tienen un 20% más de riesgo de padecer asma, infecciones respiratorias (30%), otitis (50%), catarros frecuentes y tos persistente, etc.».
También existe el humo de tercera mano, que es el que permanece en un ambiente cerrado donde alguien estuvo fumando. Se trata de partículas del humo en suspensión, que perduran a lo largo del tiempo y está compuesto por unas 250 sustancias, muchas de ellas tóxicas, que pueden permanecer meses afectando principalmente a los niños.
Otro aspecto relevado en el documento es el impacto del tabaquismo en la salud bucodental:.
«El tabaquismo aumenta el riesgo de caries y es uno de los factores de riesgo más prevalentes de la enfermedad periodontal (encías)», sostuvo Isabel Adler, profesora titular de la cátedra de Estomatología de la Facultad de Odontología de la UBA.
Y añadió que también puede ocasionar «leucoplasias, la cual se puede presentar como una mancha blanquecina que no se desprende al raspado» y que se trata de «una lesión pre-maligna o desorden potencialmente maligno que tiene un alto riesgo de transformarse en cáncer».
También se mencionan los efectos del tabaquismo sobre la salud de los animales.
«Los signos más comunes de su exposición al humo son irritación ocular y nasal, alergias, taquicardia, insuficiencia respiratoria y, dependiendo de la concentración de las toxinas en el aire en los pájaros, puede llevarlos hasta la muerte», señaló María Carina Passeri, especialista en clínica médica de pequeños animales y enfermedades respiratorias de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA.
Desde el Hospital de Clínicas sostuvieron que está demostrado que consultar a un especialista aumentan 6 veces las chances de dejar de fumar: «Aquellos que toman la decisión de buscar ayuda profesional alcanzan hasta el 36% de éxito mientras que quienes intentan por su cuenta apenas llegan al 6%», señaló en el informe Diego Sánchez Gelós, coordinador del Programa de Cesación Tabáquica del hospital.
Estos porcentajes surgen del Consultorio de Cesación Tabáquica del Hospital de Clínicas, que funciona desde 2005 y hasta la fecha atendió a más de 2500 pacientes con un porcentaje de cesación a lo largo de un año que alcanza el 36% de los casos.
Finalmente, el informe recordó que el cigarrillo electrónico emite aerosol con numerosas sustancias tóxicas y cancerígenas.
«El aerosol contiene nicotina (que mantiene la adicción y puede afectar al feto y al desarrollo cerebral de las personas entre los 20 y 25 años), compuestos orgánicos volátiles, partículas ultrafinas, sustancias químicas que causan cáncer, metales pesados y saborizantes como diacetilo (que causa enfermedad pulmonar grave y no cuenta con aval alguno para ser inhalado), a lo cual se suma que estos componentes se liberan en el ambiente y afectan a otras personas. Por otra parte, las baterías defectuosas pueden producir incendios y explosiones», sostuvo el documento.
Y concluyó: «Quienes usan los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar, en la mayoría de los casos terminan dependiendo de ellos y mantienen el consumo de nicotina o consumen ambos tipos de cigarrillos, tal como demuestran datos científicos existentes».
Según datos de la cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de 2018 el consumo de cigarrillos electrónicos fue del 1,1% entre los adultos, mientras que en los jóvenes entre 13 y 15 años fue del 7,1%.
Sobre este punto, la cardióloga Cecilia Cortes añadió que los cigarrillos electrónicos, o vapeadores, «están fabricados por las mismas compañías que venden cigarrillos ordinarios. Su publicidad está pensada para la gente joven».