(Por Marina Sepúveda).- Con nombres como «19y20», «2001-2021. Aviso de incendio», «El ojo del huracán» o «Archivo Filoctetes», las muestras artísticas que por estos días recuperan el clima de época y las secuelas del estallido ocurrido hace 20 años ofrecen miradas variadas que visibilizan conflictos aún abiertos y deudas con ese pasado reciente, a la vez que rastrean cómo las formas de organización social surgidas en ese período prolongan su huella en nuevos colectivos como los transfeminismos plurinacionales, la lucha socioambiental y los movimientos indígenas.
En este marco de memoria necesario para hechos que no terminan de decantar en la esfera social, surgen una serie de exhibiciones que toman estas manifestaciones y el espacio público como escenario, tales como la que tiene lugar en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, «19y20», que reúne obras, objetos, videos, instalaciones y material de archivo de 50 artistas que dan cuenta de los proyectos políticos culturales surgidos tras los episodios de diciembre.
Y de abordaje variado están «2001-2021. Aviso de incendio» del colectivo Contraimagen, que tras la exhibición en Buenos Aires continúa su itinerancia en distintos espacios que serán publicados en contraimagen.org.ar y sus redes sociales; «El ojo del huracán» que se presentó en el Centro Cultural Paco Urondo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA; y el «Archivo Filoctetes» a partir del proyecto homónimo del dramaturgo y escritor Emilio García Wehbi con curaduría de Maricel Álvarez, que se inaugura hoy en el Centro Cultural Kirchner (CCK).
También la Casa del Bicentenario es sede de una muestra alusiva, «2001: Memoria del caos. De la atomización a la organización popular», que reúnes trabajos de fotoperiodistas y artistas. La exhibición curada por Verónica Mastrosimone -que estará disponible hasta el 16 de enero- presenta fotografías, videos e instalaciones que visten las paredes con imágenes familiares de bancos tapiados, protestas, represión y trabajadoras de fábricas recuperadas, y propone un «recorrido sin principio ni final, así como aparecen los recuerdos y relatos».
La exposición que se presenta en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, proyectada a partir de la experiencia personal de las curadoras Natalia Revale y Loreto Garín Guzmán en tanto «mujeres, artistas e integrantes de colectivos (Arde! y Etcétera) que participaron del laboratorio social post 2001», tuvo como inicio el diálogo con sus pares artistas y activistas, y preguntas comunes acerca de «los dispositivos, enunciaciones e imágenes de esta contra-narrativa, los nuevos protagonistas culturales y el acervo resultante», cuenta Revale a Télam.
«Nuestra intención fue crear un escenario políticamente híbrido, recuperar el pasado pero hacer pie en el presente, entender que hoy también vivimos un clima económico y social complejo. Para dar cuenta de la diversidad política y estética retomando el enunciado zapatista ´un mundo en dónde quepan muchos mundos´, apelando a una cultura crítica, autónoma, diversa y cargada de matices», señala.
«’19y20′ habla de la crisis de representación política y económica cuya consigna fue ´Que se vayan todos´ y por otro lado, de los procesos de participación, solidaridad y colectivización que fueron protagonistas en el intercambio producido entre artistas y colectivos junto a los nuevos movimientos sociales como las asambleas barriales, fábricas recuperadas, espacios culturales independientes y medios de comunicación alternativa, que reinventaron circuitos de socialización y distribución de la cultura», describe la curadora.
En cuanto a la lectura desde el presente, lo que se narra vuelve a «estar en el centro de la escena política, producto del avance del capitalismo financiero, la sociedad de endeudamiento, el neoextractivismo y el crecimiento de derechas fascistas en el continente, sin hablar de que estamos atravesando una crisis sanitaria y económica mundial», dice Revale.
Para la curadora, muchas de las luchas y formas de organización surgidas el 2001, siguen presentes, recicladas y apropiadas, algo que se observa con el «auge de nuevos movimientos como los transfeminismos plurinacionales y la lucha socioambiental, o los movimientos indígenas, campesinos y piqueteros que siguen usando el ejercicio de la manifestación callejera, la toma del espacio público y la tierra para hacer visible la enorme cantidad de injusticias del capitalismo».
En cambio, en la exposición «El ojo del huracán» se toma el estallido popular de 2001 «como disparador para reflexionar sobre los modos en que la cultura de movilización masiva en Argentina y las artes visuales se han entrecruzado desde el retorno a la democracia en el ’83», explica a Télam, Leandro Martínez Depietri, curador junto a Florencia Qualina de la muestra nacida a partir de una convocatoria abierta de Bienalsur para presentar proyectos durante 2020.
Entre las propuestas recibidas estaban las protestas en la Argentina y esto fue «significativo» para los curadores en un momento de aislamiento social, ante la vivencia «de la erosión del tejido social y la desocupación del espacio público» por quienes respetaban la cuarentena, «a pesar del horror que nos representaba ver las calles tomadas por adalides de una idea individualista de libertad», explica.
«Ante este escenario, nos propusimos conmemorar el vigésimo aniversario del estallido de 2001 a través de una reflexión sobre los modos en que se ocupa colectivamente el espacio público y se construye el deseo social en la demanda política, desde «la efervescencia democrática en los 80, el 2001 con sus prolegómenos y su legado y algunas insurgencias contemporáneas», explica Depietri.
La muestra reflexiona sobre la tensión que se instala en el espacio público y el valor de la protesta y su capacidad de transformación, consideradas a partir de la «potencia desestabilizadora y transformadora de la protesta y la memoria siempre presente de la amenaza de represión por parte del estado frente a desbordes sociales que desafían el orden institucionalizado», indica el curador.
Sin trabajar desde lo documental, abordan los modos de la protesta con los trabajos de Karina El Azem con la afectación de la memoria colectiva y el de Eduardo Gil con la performatividad de la imagen fotográfica; y de modo testimonial Diego Bruno revisa las puebladas de Plaza Huincul y Cutral-Có de 1996 como origen del movimiento piquetero, así como las exploraciones de Candelaria Traverso «sobre la cultura feriante y otros modos de ocupación del espacio público».
La lectura curatorial que excede lo documental e histórico se pregunta sobre «el impacto del estallido en la cultura visual de la protesta, su legado contemporáneo y por las deudas pendientes en términos de ampliación de derechos y de reconocimiento de los actores políticos que componen hoy la avanzada frente a la violencia neoliberal de nuestro mundo en debacle», reflexiona Depietri.
Por su parte, Natalia Rizzo del colectivo Contraimagen, plantea que «a 20 años de la rebelión popular de diciembre de 2001», la idea curatorial está ligada a la mirada política del colectivo que lo trabaja
desde «el concepto de ´continuidades´, como puente entre esos sucesos y el presente», a partir de un «extenso trabajo de recolección, digitalización, remasterización de materiales diversos».
La muestra «2001-2021. Aviso de incendio» se compone de videos, fotografías, gráfica y archivos originales de producciones artísticas que acompañaron las movilizaciones. Anclados en un presente con altos índices de pobreza y desigualdad, desempleo, precarización laboral y un sector cultural fuertemente golpeado por la pandemia, rescata experiencias para pensar «continuidades en los tiempos que corren».
«Nuestro objetivo fue y es rescatar las experiencias de los movimientos de lucha del 2001, (los procesos de Brukman, Zanon, el primer encuentro de mujeres donde se conforma la Campaña nacional por el derecho al aborto, la batalla de Salta) para traerlas al presente, pensarlas desde hoy, donde estamos en una situación de crisis y ajuste, con un nuevo pacto con el FMI, con altos índices de desocupación», indica Rizzo.
En cambio, la exhibición «Archivo Filoctetes: Documentos de una intervención», reúne las experiencias de la iniciativa surgida en 2001 cuando al escritor, director teatral y dramaturgo Emilio García Wehbi ideó una intervención urbana que tuvo lugar en Viena, Buenos Aires, Berlín y Cracovia entre 2002 y 2007.
La muestra situada en las salas 101 y 122 del primer subsuelo del CCK, está conformada por testimonios, entrevistas, fotografías, videos, y documentos sobre la producción de las intervenciones urbanas, que demandaron dos años de trabajo a Maricel Álvarez, curadora de la muestra que estará disponible hasta el 6 de marzo.
«A medida que se acercaba el 20 aniversario del estallido social de 2001, el Archivo fue cobrando forma e impulso. La pandemia y el aislamiento social preventivo vinieron a dar un marco de ´suspensión del tiempo´ que me permitió trabajar en este proyecto y sus posibles líneas de acción de cara a diciembre 2021», resume Álvarez.
El nombre del proyecto se basa en el personaje griego Filoctetes, «el del pie podrido», que es marginado por la sociedad, y al que García Wehbi instala en las grandes ciudades actuales. La acción buscaba conectar al transeúnte con los invisibilizados sociales representados por muñecos ubicados en el espacio público, y también observar las reacciones ante «la muerte y la miseria como parte de la vida cotidiana».
Fuente: Télam