En la región surera bonaerense, que comprende los 95 municipios fuera del Área Metropolitana de Buenos Ayres, compuesta por 40 municipios y CABA, se vive una realidad de marcados contrastes que configuran la vida diaria de sus habitantes. Por un lado, nos encontramos con los pintorescos pueblos, que no son cabeceras de municipios, que parecen haber quedado anclados en el tiempo, donde la población está mayoritariamente compuesta por personas de edad avanzada, junto a jóvenes gastados prematuramente debido a las dificultades en la búsqueda de oportunidades que, lamentablemente, no encuentran. En estos lugares, la subsistencia a menudo depende de empleos públicos, trabajos temporales en el campo y, en no pocos casos, la jubilación y los planes sociales como fuente de ingresos primordial. Desafortunadamente, estas localidades a menudo se sienten desatendidas por sus Municipalidades y el gobierno provincial, experimentando una carencia evidente de infraestructura, conectividad y servicios esenciales, así como la falta de opciones educativas, sanitarias y laborales.
Aunque, en los municipios costeros tienen mayor suerte, porque hay una actividad laboral que se mantiene con el turismo.
Por otro lado, en marcado contraste, encontramos una vasta mancha urbana sobrepoblada, como es el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que concentra el 67% de la población bonaerense y el 39% a nivel nacional en sus 13.285 kilómetros cuadrados. Aquí se concentra el poder político y económico del país, siendo el principal centro industrial, con un 40% del valor agregado industrial nacional y un 60% del empleo industrial, concentrando la producción alimenticia, la automotriz, la química, la metalmecánica, la textil. En este ambiente, millones de personas viven en grandes urbes densamente pobladas, enfrentando problemas como la inseguridad, la contaminación, la expansión del narcotráfico, el ritmo frenético de la vida urbana que conlleva un grave problema de Salud Mental. Muchas familias de urbanópolis dependen de los planes sociales proporcionados por el gobierno, que, si bien son necesarios para aliviar la pobreza y la desigualdad, a menudo resultan insuficientes para garantizar una calidad de vida digna y un desarrollo integral.
Por lo tanto, se requiere un enfoque equilibrado y sostenible, una estrategia interjurisdiccional eficaz para una mayor cooperación entre los municipios bonaerenses que comprende el AMBA y CABA, para mejorar la calidad de vida de los habitantes de esta región. Las diversas problemáticas que enfrentan no conocen de fronteras.
Por otro lado, las experiencias en la región surera bonaerense demuestran que existe una forma de vida alternativa que se adapta mejor a los valores y necesidades del bonaerense. Para ello, urge tener políticas de estado que apunten a fortalecer a nuestra provincia como estado federal, lo que implica autonomía municipal, Cartas Orgánicas, regiones productivas, participación vecinal coadyuvando en las decisiones de sus municipios, que permitiría un desarrollo integral de la provincia de los bonaerenses.
La marcada grieta, planteada por la dirigencia política, entre el campo y la ciudad, entre civilización y barbarie, entre el olvido y el privilegio, plantea preguntas fundamentales. ¿Por qué persiste esta disparidad en la provincia de Buenos Aires, que tiene el potencial de ser más equitativa, federal y solidaria? ¿No es posible aprovechar las capacidades y recursos de sus regiones, respetando su identidad, cultura y entorno?
El primer frente de resistencia y cambio surge en las comunas no cabeceras, conocidas como Delegaciones Municipales, nuestro «pago chico». Aquí es donde se debiera estar gestando iniciativas locales destinadas a frenar la migración y fomentar el arraigo de los habitantes, implementando estrategias de desarrollo rural, turismo sostenible, producción agroecológica, educación a distancia, generación de energías renovables, preservación del patrimonio natural y cultural, junto a la colaboración y cooperación de los aparatos del estado como SENASA, INTA, INTI, las universidad y sectores privados.
A pesar del caos y la profunda crisis que se presenta, existe una chispa de esperanza en Buenos Ayres. Esta provincia, con su inmenso potencial y sus riquezas naturales incalculables, está lejos de haber agotado todas sus posibilidades. Sin embargo, a medida que uno se adentra en la realidad de las comunidades locales, también surgen cuestionamientos sobre por qué la miseria y la pobreza persisten en una tierra tan rica.
La respuesta a esta pregunta solo se encontrará si nuestros líderes políticos escuchan el latir de esta tierra y la voz del pueblo bonaerense. La tierra, con su fertilidad y generosidad, brinda indicios de las posibilidades que ofrece. El pueblo, con su diversidad y espíritu luchador, tiene la clave para desbloquear el potencial inexplorado de la provincia. Para lograrlo, los dirigentes deben comprender su sentido de pertenencia y su identidad como bonaerense, reconociendo que son representantes de esta tierra y de su pueblo, no de ideologías europeas predominantes o de la partidocracia.
La lucha por una nueva provincia de Buenos Aires es un desafío significativo, pero es una causa que merece la pena emprender.
Luis Gotte
La pequeña trinchera
Co-autor de “Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad” Ed. Fabro, 2022.
Y, “Buenos Ayres Humana II, la hora de tu Intendente” en preparación.
Mar del Plata
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