Una investigación liderada por el paleontólogo argentino Diego Pol y publicada en la revista “Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences” revela el impacto que tuvo un evento masivo de calentamiento global que llevó a la extinción de varias especies de dinosaurios herbívoros y a cambios en la temperatura y en la vegetación de distintas regiones del planeta. Además, se logró precisar el momento en el que ocurrió
Hace 12 años, en el 2008, un grupo de paleontólogos se encontraba realizando una serie de exploraciones en el centro de la provincia de Chubut. Estudiando unas rocas del Jurásico, descubrieron algunos restos de dinosaurios que aparecían en la superficie. “3 ó 4 huesos que apenas se comenzaban a ver”, describieron. Pero este indicio llevó al hallazgo de una acumulación masiva de huesos: encontraron más de 100, pertenecientes a diferentes dinosaurios.
Diego Pol, paleontólogo e investigador del CONICET en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF), fue uno de los científicos que dedicó cuatro años de su vida a estas excavaciones. “Todos los veranos volvíamos al mismo lugar”, recuerda en diálogo con Infobae. “Eran más de 100 huesos de diferentes dinosaurios que habían sido arrastrados al medio de una laguna probablemente por un flujo de agua, alguna crecida, un río que apiló todos estos huesos en el fondo de un lago. Eran restos de gran tamaño, de saurópodos, dinosaurios que estimamos que pesaban más de 10 toneladas, el tamaño de dos elefantes”.
El proceso fue largo. Como estaban todos los huesos uno arriba del otro, tuvieron que extraer todo el bloque entero que contenía más de 100 piezas. “Para sacar los huesos se envuelven en yeso, entonces se hace todo este bloque que pesa más de cinco toneladas”. Para moverlo, hubo que construir un camino y traer una grúa que pudiera levantarlo. Luego, venía la tarea de la preparación en el museo. “Había que desarmar esta gran acumulacion de huesos que fue como el juego de los palitos chinos: sacás uno y se te puede desarmar el otro. Entonces era realmente un desafío muy grande”.
Más tarde comenzaría un estudio que culminó con la publicación en la revista Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences de una investigación internacional que revela detalles hasta ahora desconocidos -debido a los escasos registros fósiles que había del Jurásico temprano- sobre cómo un evento de calentamiento global cambió por siempre el ecosistema terrestre de distintas regiones del planeta.
Los huesos hallados fueron de bagualia alba. “Si vos ves una reconstrucción de un ambiente de dinosaurios siempre hay un gran herbívoro de cuello largo”, señala el paleontólogo. “Siempre es parte del paisaje, y eso es porque realmente dominaron el rol de los herbívoros alrededor del mundo durante más de 100 millones de años. Pero los dinosaurios no fueron siempre así gigantes de cuello largo. Hubo un momento en el cual apareció este grupo y dominó por completo los roles de herbívoros durante millones de años. Eso es lo que estábamos buscando: el origen de este grupo de saurópodos de cuello largo, que justamente aparece en el Jurásico. El bagualia es el más antiguo de los grandes saurópodos de cuello largo, los que llamamos verdaderos saurópodos”.
Estos grandes cuadrúpedos tenían patas muy robustas para soportar sus más de 10 mil kilos de peso, y un cuello muy largo que les permitía alcanzar distintos estratos de la vegetación y poder obtener grandes cantidades de comida sin moverse demasiado, que es uno de los mayores desafíos de ser tan grande. “Suponemos que el cuello largo les permitía tener un buen balance entre la energía que se gasta y la energía que se consume”, afirma. “Y otra característica muy importante es una dentición típica de dinosaurios gigantes: dientes en forma de cuchara que tienen una capa de esmalte muy gruesa. Muchos de los dientes presentaban un desgaste muy marcado, lo que nos habla sobre la mecánica mandibular: estaban usando la dentadura para cortar cosas que les estaban gastando los dientes de una manera fuerte. Y de hecho descubrimos que este dinosaurio tenía la capacidad de cambiar los dientes muy rápidamente por la velocidad de su desgaste”.
Los saurópodos, los dinosaurios gigantes de cuello largo, se convirtieron en el grupo dominante de grandes herbívoros en ecosistemas terrestres después de que múltiples linajes se extinguieran hacia fines del Jurásico temprano, según escriben los investigadores. Las causas y el momento preciso de este cambio clave de fauna, como así el origen de los verdaderos saurópodos, han permanecido ambiguos debido principalmente al escaso registro fósil de dinosaurios de esta época. Las sucesiones sedimentarias terrestres de la Cuenca Cañadón Asfalto en el centro la Patagonia (Argentina) documentaN este intervalo crítico de la evolución de los dinosaurios.
De esta manera, en el trabajo que publica Pol con colegas de Argentina, Estados Unidos y Alemania, se postula que el dominio de los saurópodos se estableció después de un evento magmático masivo que impactó el sur de Gondwana (180–184 Ma) y coincidió con severas perturbaciones del clima y una drástica disminución de la diversidad floral, caracterizada por el aumento de coníferas con pequeñas hojas escamosas. Los registros florales y faunísticos de otras regiones sugieren que estos fueron cambios globales que impactaron en los ecosistemas terrestres durante el evento de calentamiento del Toarciano, y formaron parte de un evento de extinción masivo de segundo orden.
La investigación requirió no sólo el estudio del dinosaurio en sí mismo -para lo cual reunieron a un grupo de especialistas de Argentina y del exterior, como una experta de Alemania que se especializa en evolución-, sino también de un grupo de paleobotánicos para tratar de entender en qué tipo de ambiente vivía este animal, en qué tipo de condiciones del ecosistema. “Para eso las plantas son fundamentales porque nos dan una idea del tipo de ambiente en el que viven y también del clima, de la estacionalidad de la temperatura, cuán árido, cuán húmedo era. Los coautores argentinos son especialistas en esto”, cuenta Pol.
“Nuestro colega en Estados Unidos tuvo un rol muy importante, que fue hacer las dataciones súper precisas para determinar la edad de las diferentes capas de roca, lo que nos permitió relacionar el éxito de estos dinosaurios gigantes con lo que pasó después de un gran evento volcánico en el hemisferio sur. En los laboratorios del MIT, el colega Ramezani pudo datar con altísima precisión restos de rocas volcánicas que tienen unos minerales llamados zircones, que pueden ser datados al analizar los isótopos de uranio y de plomo que contienen. Eso nos permitió ubicar temporalmente a todo este sistema jurásico, y fue fundamental para descubrir que fue justo después de este gran evento volcánico”.
“Este fenómeno de extinción y de supervivencia y su conexión con el calentamiento global es el aspecto más interesante de este estudio”, se entusiasma el investigador. “El contraste entre el antes y el después del vulcanismo es ahora claro: desaparecieron muchos grupos de plantas, tenemos un clima mucho más cálido y más estacional y ello conlleva a la desaparición de muchos grupos de herbívoros, que probablemente dependen de estas otras plantas que desaparecieron. Entonces para esto fue preciso poder contar con dataciones precisas que nos permiten ubicar qué es el antes y qué es el después. Tuvimos la suerte de poder datar precisamente este momento: el establecimiento de este tipo de ecosistemas fue hace 179 millones de años, justo después de las grandes erupciones volcánicas del hemisferio sur, y el registro patagónico -y también el sudafricano- nos muestra cómo eran las condiciones antes de este gran evento volcánico”.
Ya se sabía, por supuesto, de estas erupciones volcánicas de gran magnitud, que no fueron sólo en Patagonia, sino también en Sudáfrica y en la Antártida. También se conocía que habían producido cambios climáticos a nivel global, porque erupciones volcánicas de esta magnitud emiten una cantidad de dióxido de carbono y metano en la atmósfera que altera el clima y el ciclo de carbono. Se sabía, además, que hubo grandes extinciones en el mar, pero lo desconocido era cuál había sido el efecto que había tenido este gran cataclismo global en los ecosistemas continentales.
¿Las razones? “En parte porque hay muy pocos lugares en el mundo que tengan registros de rocas continentales terrestres de esta edad y que tengan fósiles que nos cuenten la historia de cómo cambiaron los ecosistemas. Patagonia es uno de los tres lugares del mundo que tiene rocas de esta precisa edad y fósiles de animales que nos cuentan cómo se afectaron los ecosistemas continentales con este gran aumento de carbono, metano y temperatura a nivel global. Nos revela que el cambio fue drástico, que llevó a la extinción de muchísimas especies y a una alteración por completo de la dinámica de los ecosistemas, de la fauna y la flora que existía en este lugar hace 180 millones de años”.
“Muchas veces cuando decimos que estudiamos dinosaurios se piensa que sólo estudiamos el hueso en sí”, explica Pol. “Pero el lugar donde es encontrado, el tipo de sedimento, qué otros fósiles se descubrieron son piezas fundamentales para entender ecosistemas pasados”.
El éxito evolutivo que tuvieron los saurópodos fue inigualado. Dominaron los roles de herbívoros a nivel mundial y durante más de 100 millones de años en todos los continentes. Este estudio, entonces, lo que hace es marcar en la línea de tiempo el momento preciso en el que se dieron las condiciones para que alcance este éxito. Y todo esto fue posible gracias a un grupo interdisciplinario, que, mediante diferentes técnicas, logró dilucidar uno de los tantos misterios de la era de los dinosaurios.