Un escritorio olvidado en un rincón del Teatro Auditorium de Mar del Plata desencadenó una investigación apasionante que culminó con su restitución al Centro de Interpretación de la Obra de Salamone en Laprida.
Este mueble, con el estilo monumental del ingeniero arquitecto Francisco Salamone, recorrió un camino lleno de giros inesperados antes de regresar a su hogar. Martín Aurand, fotógrafo y apasionado por Salamone, fue el protagonista de esta historia y compartió con Página/12 cómo un hallazgo casual se convirtió en una victoria para el patrimonio cultural bonaerense.
“Todo empezó en noviembre del año pasado. Mi amigo Néstor Mendoza, que trabaja en el Banco Provincia, estaba en un evento en el Teatro Auditorium de Mar del Plata. Lo llevaron a recorrer el lugar y, en un rincón, vio un escritorio que le pareció curioso. Como es fanático de Salamone, me mandó una foto por WhatsApp y me dijo: ‘Che, ¿qué onda este mueble? ¿Lo tenés registrado o algo?’. La verdad, me sorprendió. Se veía muy Salamone, con esas líneas geométricas y robustas, pero estaba en un lugar donde no esperaba encontrarlo. Salamone no hizo obra en Mar del Plata, así que no tenía sentido que estuviera ahí. Ahí empezó la novela”.
Aurand, nacido en Buenos Aires en 1981 y autor de los fotolibros Vistas de la pampa salamónica (2022) y Una excursión a la pampa bonaerense (2023), supo de inmediato que tenía un misterio en sus manos.
Como no sobrevivió el archivo personal ni profesional de Salamone, todos los hallazgos se producen de manera fortuita y peculiar. Este escritorio fue descubierto gracias a una foto casual. En los últimos años, han surgido noticias desde Córdoba, donde Salamone comenzó su obra, con artículos de diarios que mencionan un hotel o un cine que diseñó, menciona Aurand que incluso encontró recientemente notas sobre una editorial católica que Salamone dirigía, aunque no estuviera relacionada con la arquitectura. “Todo depende de que alguien, en una biblioteca o en internet, encuentre algo y lo investigue. Esto implica que en otros municipios podrían existir muebles, planos o documentos de Salamone aún esperando ser descubiertos”, dice el experto que lleva adelante la página y archivo web MONDO SALAMONE.
“Cuando recibí la foto lo primero que hice fue compartirla con René Longoni, un arquitecto que lleva estudiando a Salamone desde los 90. Es el que más sabe de él, y tenemos una amistad de años. Le mandé la foto con toda la confianza del mundo. También la compartí con algunas localidades que tienen obra de Salamone, como Laprida, porque sabía que ahí conservan planos y datos sobre los muebles. Quería saber si alguien reconocía el escritorio o si había algún registro”, relata.
El experto aportó una pista que orientó la investigación. “Longoni me contó que en 1997 se organizó una muestra itinerante, “Salamone Resurge”, a cargo del crítico y estudioso Edward Shaw, que fue quien puso a Salamone de moda en los 90. En esa exposición, que pasó por el Auditorium de Mar del Plata, se exhibieron fotos y muebles de municipios como Laprida, Carhué y Mar Chiquita. Pero también me advirtió que no todos los muebles eran de Salamone, lo que complicaba las cosas. Había que confirmar si este escritorio era realmente suyo y si había quedado ahí después de la muestra”, agrega Aurand, que decidió no quedarse quieto y ponerse en contacto con Marcelo Marán, director del Teatro Auditorium de Mar del Plata. Habló con él y también con el Colegio de Arquitectos de General Pueyrredón. Todos le indicaron lo mismo: que el mueble “había quedado ahí” tras la muestra, pero nadie sabía de dónde provenía.
En paralelo, recordó un escritorio similar en el Palacio Municipal de Rauch y pensó que podía ser una pista, aunque necesitaba más información.
La investigación tomó un rumbo inesperado cuando el escritorio comenzó a moverse. “De repente, me entero de que el mueble ya no estaba en el teatro. Cada vez que preguntaba, estaba en un lugar diferente. En un momento lo trasladaron a Villa Gesell”, relata Aurand. Nunca supieron por qué, pero eso les dio la premisa de que tenían que apurarse a recuperarlo para que no volviera a perderse.
Para asegurarse de que el escritorio era de Salamone, Aurand decidió investigar otras obras. “A principio de año fui a visitar a Longoni por su cumpleaños, y aprovechamos para ir a Mar Chiquita. Esos edificios, diseñados por el estudio de Francisco Marseillán y Guillermo Martín, a veces se confunden con los de Salamone. Pero cuando vimos los muebles, no tenían nada que ver. Eran mucho más sobrios, nada que ver con el estilo recargado del escritorio. Eso me dio confianza de que estábamos en el camino correcto”, dice.
El dato definitivo llegó desde Laprida. “Natalia Saizar, que lleva años trabajando en el patrimonio de Salamone en Laprida, encontró un diseño original del escritorio en los archivos del Museo Hugo H. Diez. Era idéntico al de la foto. Ese plano fue clave para confirmar que el mueble era de Salamone y que, probablemente, pertenecía al Palacio Municipal de Laprida. Con eso, ya teníamos base para reclamarlo formalmente”.
Aurand se involucró directamente en el proceso de restitución. “Pude colaborar en la redacción de la nota que se envió desde Laprida al Colegio de Arquitectos. Entre eso y la buena voluntad del intendente Alfredo Fisher, que se sumó al reclamo, las cosas empezaron a moverse. También sumó su voluntad el arquitecto De Diego en Mar del Plata y estuvo la mediación de Marcelo Marán. Fue un trabajo en equipo”, asegura.
Fue así como el escritorio abandonó el anonimato y finalmente, encontró su lugar en el Centro de Interpretación de la Obra de Salamone en Laprida, a donde fue trasladado hace unos días.
“Estoy casi seguro de que va a quedar ahí, como parte del acervo patrimonial. En Laprida tienen una colección increíble de muebles de Salamone, y el centro es un lujo, con paneles explicativos, archivos y la posibilidad de subir a la torre del Palacio Municipal. Es el lugar perfecto para ese escritorio”, afirma Aurand.
Pero los tesoros de Salamone siguen apareciendo frente a los ojos de quien preste atención. “Hace poco, en Azul, encontraron un montón de planos suyos que estaban a punto de ser tirados. Por suerte, un empleado los vio y se salvaron. Creo que los van a digitalizar. Eso muestra que cualquier persona, en cualquier localidad, puede marcar la diferencia si sabe quién es Salamone y por qué es importante. Lo único malo es cuando se confunde su obra con la de otros, pero eso ya es otro tema”, concluye Aurand.
Para eso se puede visitar la vida y obra de Salamone en Laprida. En El Centro de Interpretación, ubicado en Av. San Martín N° 175, de lunes a viernes de 7:00 a 14:00. Además del escritorio, los visitantes pueden explorar el Palacio Municipal, el matadero, el corralón, la portada del cementerio y la Plaza Pedro Pereyra, todos diseñados por el arquitecto entre 1936 y 1937.