Lo confirmó el Vaticano a través de un decreto que en unos días firmará el Sumo Pontífice. La laica Mama Antula nació en Santiago del Estero, Villa Silípica, en 1730 y caminó más de 4.000 kilómetros a pie descalza por todo el virreinato para continuar con el legado jesuita a pesar de la prohibición. La historia del milagro
El papa Francisco autorizó la promulgación del decreto del milagro de Mama Antula y en unos días firmará el decreto que la convertirla, así, en la primera santa argentina. El decreto de la congregación de las Causas de los Santos tiene fecha del 24 de octubre de 2024. Dice: “Durante la audiencia concedida el martes por la tarde a su eminencia reverendísima el Sr. Cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio de las causas de los santos, el Sumo Pontífice ha autorizado al mismo dicasterio a promulgar el decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de la beata María Antonia de San José (Antonia de Paz y Figueroa), conocida como Mama Antula, fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires; nacida en 1730 en Silípica, en Santiago del Estero (Argentina) fallecida el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires (Argentina)”.
La ceremonia de canonización se realizará en la Plaza San Pedro a comienzos del próximo año, según fuentes del Vaticano. Ya había sido beatificada en 2016 en Santiago del Estero, su tierra natal, luego de que el Papa aprobara la publicación de un milagro por la sanación de una religiosa de las Hijas del Divino Salvador.
El Vaticano la describió como “laica consagrada, fundadora de la Casa de Ejercicios de Buenos Aires y llamada Mama Antula por el pueblo”. Luego de la expulsión de los jesuitas del país, caminó más de 4.000 kilómetros a pie descalza por todo el virreinato para continuar con el legado a pesar de la prohibición. Su misión era visitar las regiones pobres del nordeste argentino para promover los ejercicios espirituales”. “En sólo ocho años, consiguió ofrecer los ejercicios espirituales a setenta mil personas”, afirma un portal del Vaticano.
El milagro de canonización tiene como protagonista a Claudio Perusini, cuya historia personal resulta extraordinaria debido los lazos que lo unen a las personas involucradas. En primer lugar, el protagonista es un ex alumno del Papa. Y no se trata de un alumno más, ya que con el tiempo pasó a ser un gran amigo de Bergoglio. El primer encuentro entre ambos tuvo lugar en Santa Fe, cuando Perusini acompañó a un sacerdote hasta esa ciudad. Bergoglio, que por entonces era superior de los jesuitas, los recibió a todos con mucha cordialidad y los invitó a comer a su casa. Perusini guardó de manera imborrable el recuerdo de Bergoglio cocinando para el grupo una tortilla de papa.
Desde ese momento, Claudio decidió entrar en el Seminario de la Compañía de Jesús. En los primeros años del noviciado, a final de los años setenta, era el cocinero. Él recuerda que todos los sábados y domingos el profesor Bergoglio lo ayudaba a cocinar, esa era una pasión que los unía. Bergoglio era, además, su confesor y director espiritual. Sin embargo, la relación entre los dos no fue fácil: tenían discusiones que llegaban hasta la pelea, con un lenguaje un poco subido de tono. Todo eso ocurría porque Claudio quería ser sacerdote, pero Bergoglio no veía en él los atributos necesarios. De hecho, le decía: “No sos para esto. Tenés que ser feliz. Y acá no lo vas a ser”. Se peleaban porque Perusini insistía y quería seguir adelante. Entonces Bergoglio lo palmeaba y le decía: “Andate. Yo te voy a bautizar a los chicos”. Jorge Bergoglio le marcó el camino y Claudio tomó su propia decisión: se fue a un lugar de la Patagonia, se casó con María Laura y tuvieron dos hijos.
Durante 2017, mientras Claudio se encontraba en Santa Fe por una cuestión familiar, tuvo un accidente cerebrovascular que lo dejó en estado vegetativo. Podía permanecer así el resto de su vida o morir. Para los médicos, no existía una tercera posibilidad. Pero un amigo jesuita llevó a la clínica una estampita de Mama Antula y empezó a rezarle pidiendo un milagro. De repente, su condición se revirtió, y Claudio recuperó todas sus funciones vitales. Esta sanación que no tiene explicación médica fue considerada un posible milagro.
El 13 de abril de 2018, en Santa Fe, monseñor Arancedo les tomó juramento a las personas designadas para llevar adelante la investigación canónica de esta curación y el 18 de diciembre se cerró el proceso con una misa de Acción de Gracias. Los sobres lacrados con los documentos del supuesto milagro fueron enviados a Roma para la evaluación de la Junta Médica y de la Comisión para las Causas de los Santos.
El papa Francisco, que es el encargado de dar el veredicto final, fue una figura indispensable en todo este proceso. Es quien puede hacer santa a la mujer que rezó y trabajó para que el legado jesuita no muriera. Mama Antula pedía constantemente el regreso de la Compañía de Jesús. Y la orden resplandeció con su máximo brillo con la elección del primer papa jesuita de la historia.