“En general la mejor política en la guerra es la de apoderarse de un Estado intacto: es mucho menos ventajoso arruinarlo”-
(Sun Tzu “El arte de la guerra y la estrategia”)
Los albores revolucionarios
Si bien en el siglo XVIII se produjeron en América movimientos revolucionarios como los comuneros en Paraguay y Nueva Granada y rebeliones como la del Alto Perú acaudillada por Tupac Amaru en 1780 tendiente a suprimir la mita y los repartimientos y acabar con los abusos de los corregidores, España trató de conjurarlos e impedir que las nuevas ideas difundidas por los escritores políticos, por los economistas y por los enciclopedistas franceses llegasen a América, dichas restricciones fueron sorteadas y se estableció un verdadero contrabando de ideas por medio de publicaciones traídas por barcos franceses e ingleses.
A diferencia del siglo anterior, en el siglo XIX se produjeron movimientos abiertamente emancipadores en toda América Hispánica que respondían a la situación creada en la península por la vacancia del trono después de la invasión francesa. Loa americanos consideraron entonces llegado el momento de reasumir su soberanía y nombrar juntas locales que gobernaran en nombre de Fernando VII.
Las pretensiones inglesas en América mantuvieron siempre una tradicional y fuerte rivalidad por motivos políticos, económicos y religiosos. Ese antagonismo se acentuó cuando España apoyó a las colonias inglesas en la lucha por la independencia, por ello en represalia secundó los planes de Miranda y fomentó proyectos emancipadores, con miras a lograr nuevos mercados.
En 1805, Inglaterra que estaba en guerra con Napoleón necesitaba asegurarse la ruta marítima a Oriente con la posesión de la Colonia del Cabo, colonia de Holanda, país enemigo de Napoleón porque éste había colocado en el trono a su hermano Luis. Con este propósito se organizó una expedición a cargo de Home Popham y Guillermo Carr Beresford que lograron la capitulación de la guarnición holandesa en 1806. Popham entusiasmado y sin contar con instrucciones oficiales invadió el Río de la Plata gobernado por Sobremonte, quien abandonó la defensa, asumiendo el gobierno Beresford quien siguió una política moderada y prudente. Respetó la propiedad privada, garantizó la administración de justicia por los tribunales existentes, permitió el libre ejercicio de la religión católica y decretó el comercio libre, pro exigió juramento de lealtad a su rey y la entrega de caudales que Sobremonte había tratado de salvar.
La Reconquista se organizó muy pronto y de manera efectiva debido al rol de Liniers quién logró rendir a los ingleses en la Plaza Mayor. El día 14 de agosto se celebró un cabildo abierto que depuso al virrey, el cual delegó el mando militar en Liniers y el político en la Audiencia.
De inmediato comenzaron a organizarse batallones y compañía, entre ellos los patricios, formado por criollos cuya jefatura fue dada a Cornelio Saavedra, el batallón de Españoles, divididos en distintos cuerpos; el de Vizcaya, de Cataluña, de Andalucía, de Voluntarios de Galicia; el batallón de Pardos y Morenos; el batallón de caballería Húsares, comandado por Pueyrredón, entre otros. Los oficiales eran elgidos por la tropa. En pocos meses se movilizaron más de 8000 hombres, se construyeron baterías y se organizó a la tropa.
Cuando el gobierno inglés conoció las noticias, envió refuerzos a Montevideo y la sitió, capitulando en febrero de 1807 y luego de tomar Colonia él ejército inglés marchó sobre Buenos Aires. Uno de los encuentros más encarnizados se libró en la iglesia de Santo Domingo pero el centro de la resistencia fue la Plaza Mayor, lugar donde se había emplazado cañones y abierto trincheras. La defensa de Buenos Aires resistió y el 6 de julio Whitelocke aceptó la capitulación ofrecida por Liniers y al día siguiente se firmó el tratado correspondiente por el cual los ingleses se comprometieron a evacuar la plaza de Montevideo.
El desarrollo de estos episodios permitió que después de las invasiones el pueblo adquirió conciencia de su valor , pues logró derrotar a un ejército aguerrido y numeroso; el elemento nativo se organizó militarmente, pues las tropas españolas eran escasas y no se podía esperar ayuda de España, surgiendo el antagonismo entre españoles y criollos; después de la Reconquista apareció en Montevideo el periódico La Estrella del Sud, redactado en inglés y en castellano, que exaltaba las ventajas del comercio libre autorizado por los ingleses en Buenos Aires. También fueron abolidos los estancos, y los derechos interprovinciales, medidas que provocaron ventajosas consecuencias en la vida colonial y que despertaron el interés de mantenerlas.
Después de la expulsión de los ingleses del Río de la Plata fue designado Virrey provisorio Santiago de Liniers en 1807, durante su administración hasta 1809, se produjo el establecimiento de la familia real portuguesa en el Brasil, que pretendió extender sus dominios hacia el Río de la Plata, hecho que creó a Liniers una situación difícil por su nacionalidad francesa y su entrevista con un emisario de Napoleón para procurar el reconocimiento de José Bonaparte, provocaron el enfrentamiento del Virrey con el Cabildo de Buenos Aires, cuerpo españolista que respondía a Álzaga, y con Montevideo donde a instancias del gobernador Elío se había formado una Junta independiente de la autoridad del Virrey.
Tanto éste cómo Álzaga eran fieles al rey Fernando VII, pero Álzaga tenía una posición intransigente frente a los criollos y Liniers, en cambio, contemporizaba con ellos.
En este punto los acontecimiento europeos se entrecruzan con los de Hispanoamérica y las disputas entre peninsulares y criollos comienzan a definirse: es hora de la revolución
JOSÉ ALBERTO AUZMENDI