El Instituto Argentino de Oceanografía (IADO) perteneciente al CCT Conicet Bahía Blanca, difundió un estudio que le llevó seis años de realización y puso el foco en la contaminación dentro de nuestro estuario.
Para ello tomaron más de mil muestras de una especie de pez específica, la cual sirve de alimento para pescadillas, corvinas, rayas, gatuzos y pez elefantes. Los resultados indicaron que este animal en cuestión presenta condiciones moderadas de hidrocarburos en su organismo.
Para conocer más en detalle el trabajo realizado, BHInfo dialogó con la Doctora Tatiana Recabarren Villalón, parte del equipo que llevó adelante la titánica tarea.
“Lo primero que quiero aclarar es que las muestras fueron tomadas entre 2017 y 2018” comentó la investigadora, sumando que fue “un proceso de análisis largo”, subrayando que por el paso del tiempo “no significa que sean representativos de las condiciones actuales del estuario”.
Con esa salvedad realizada explicó que “la especie que investigamos se denomina comúnmente saraquita, es pequeña, como máximo mide 12 centímetros y si bien no tiene interés comercial, para nosotros sí es importante porque al no migrar de la ría es un potencial bioindicador”.
Según contó, “las muestras fueron tomadas en dos sitios del estuario; Puerto Cuatreros, en Cerri, un sitio representativo de la zona interna del estuario, y el otro punto fue Canal del Embudo, que es un punto representativo de la zona más externa”.
Continuando con el detalle, la Doctora afirmó que “el muestreo fue estacional y se analizaron en total 1.120 peces, por lo que se obtuvieron entre 200 y 300 peces por cada estación del año”.
El trabajo reveló que “de acuerdo a las clasificaciones definidas internacionalmente, los niveles de hidrocarburos que encontramos en los peces se consideran de entre mínimos y moderados. Sin embargo, esta clasificación es con fines comparativos y no es un indicador de riesgo ni para la salud ni ecológico. Como la especie objetivo de este trabajo no es de interés comercial, en este estudio no se evaluó el riesgo para su consumo. Sin embargo, considerando el historial de estudios realizados por nuestro grupo de investigación, nunca se han hallado alertas o niveles de riesgo para el consumidor”.
Dando más claridad al tema mencionó que “los biomarcadores que nosotros analizamos son indicadores de alerta temprana. Permiten detectar los efectos en los organismos antes de que estos sean evidentes a nivel de población de individuos o que sean irreversibles”.
En esa línea destacó que “encontramos respuestas de estrés oxidativo asociadas a las concentraciones de hidrocarburos. Sin embargo, esto todavía no estaría afectando al individuo o la población. Podemos asumir que todavía no hay un efecto a nivel macro. Sin embargo, estos resultados que nosotros obtuvimos para saraquita no indican que los niveles de hidrocarburos en el estuario no puedan estar afectando a otras especies ya que pueden haber especies más vulnerables”.
Por último, y a modo de conclusión, la Doctora Tatiana Recabarren Villalón afirmó que “uno de los disparadores más importantes, o también el siguiente paso, considerando el contexto actual, el escenario a nivel global, se están observando muchos cambios en los océanos, se está haciendo evidente el problema del cambio climático, por lo tanto creo que es necesario investigar con mayor profundidad la influencia que pueden tener las variables relacionadas al cambio climático y la toxicidad de los contaminantes en los organismos, así para entender mejor el alcance de las problemáticas”.
Este trabajo, que también cuenta con la autoría de Ana Carolina Ronda, Lautaro Girones, Jorge Marcovecchio, Martín Amodeo y Andrés Arias, fue presentado en algunos congresos científicos en su etapa de producción, mientras que la versión final tuvo el honor de ser parte de la prestigiosa revista internacional Chemosphere, en donde obtuvo excelentes críticas.