El ciclo de condición seca se ampliará hasta marzo con menores precipitaciones que lo esperado para esta época del año, y el pronóstico se enmarca en un escenario de escasez hídrica y elevadas temperaturas.El Centro de Investigaciones de Recursos Naturales (CIRN) del INTA Castelar estimó que el ciclo de condición seca se ampliará hasta marzo.
El Centro de Investigaciones de Recursos Naturales (CIRN) del INTA Castelar, en la provincia de Buenos Aires, estimó que el ciclo de condición seca se ampliará hasta marzo con menores precipitaciones que lo esperado para esta época del año, y el pronóstico se enmarca en un escenario de escasez hídrica y elevadas temperaturas, en algunos casos con récords, que se registra en gran parte del país.
“Estamos frente a la presencia de un segundo año consecutivo con un fenómeno climático La Niña”, confirmó Pablo Mercuri –director del CIRN del INTA Castelar– quien, además, detalló que “históricamente suele presentarse de forma moderada, con una menor intensidad y finaliza antes, lo que posibilita una mejora en el régimen de precipitaciones, más generalizadas, para fines de enero y durante febrero”.
En un contexto de toma de decisiones para la siembra de la cosecha gruesa, Mercuri destacó que “cuando hay mucha incertidumbre en el clima y vienen perspectivas deficitarias resulta clave saber la cantidad de agua disponible en el suelo y el pronóstico a corto plazo”.
“Estamos viendo un cambio en las condiciones del clima y podemos estimar una ampliación de este ciclo de condición seca”, subrayó el especialista, e indicó que esta condición de déficit será “muy variable por zonas” porque, por lo general, las precipitaciones en años del fenómeno de La Niña son aisladas y muy dispares entre localidades.
Respecto de los últimos registros de picos de temperatura, el especialista reconoció que “incrementan la evapotranspiración y la pérdida de agua, especialmente, en la capa arable, en el horizonte superficial”, y explicó que “vino un frente que atravesó nuestra región que dejó precipitaciones”.
Finalmente aseguró que “desde 2003 se observa que las primaveras son deficitarias y se demora la salida del invierno”, y de allí, «esa percepción generalizada de que estamos siempre esperando las lluvias al inicio de la primavera para poder recuperar el agua almacenada en el suelo».