Universidades, instituciones vinculadas al desarrollo productivo, cooperativas, empresas y Estado llevan adelante diferentes líneas de investigación que utilizan hongos entomopatógenos -capaz de causar enfermedad al insecto plaga- como insumos para la fabricación de bioinsecticidas que sirvan para, en un futuro no muy lejano, reemplazar por completo el uso de agrotóxicos en las plantaciones.
(Télam, CONFIAR – Por Griselda Acuña de la Red Argentina de Periodismo Científico)
María Elena Shapovaloff es investigadora del Conicet y se desempeña en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Montecarlo, una localidad de la provincia de Misiones. Desde allí trabaja con hongos entomopatógenos tanto para el control de las principales plagas de la yerba mate como para las hormigas cortadoras de hojas que perjudican especies forestales como eucaliptus y pino.
«Actualmente contamos con dos proyectos financiados por el Programa Regional de Asistencia al Sector Yerbatero (Prasy) del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), además de financiamientos de proyectos estructurales del INTA. Para llevar adelante estas investigaciones contamos con un fuerte respaldo de productores, cooperativas e instituciones del sector», especificó a Télam-Confiar la investigadora.
Shapovaloff describió la metodología de trabajo con las instituciones intervinientes en este estudio: «En la Estación Experimental Agropecuaria de Montecarlo tenemos una pequeña colección de hongos entomopatógenos de los cuales nosotros fuimos aislando, tanto del suelo como de insectos. Con esos aislamientos realizamos los bioensayos en laboratorio bajo condiciones controladas y luego lo llevamos al campo».
Y continuó: «En el caso de las plagas de la yerba mate trabajamos con productores orgánicos y los ensayos lo hacemos en los cultivos de los socios de la Cooperativa Agrícola Mixta de Montecarlo o en los yerbales orgánicos de la Cooperativa. Siempre trabajamos con cultivos orgánicos, pero este año pensamos comenzar con yerbales convencionales, así como también realizar bioensayos en viveros».
Las cuatro principales plagas que afectan el cultivo de yerba mate son el taladro o tigre de la yerba mate, el rulo o psilido, el marandová u oruga rabuda y ácaros.
«Una vez que obtenemos los resultados en laboratorio con los aislamientos más activos, lo llevamos a campo con diferentes estrategias de utilización, siempre teniendo en cuenta la plaga con la cual estamos trabajando. Los aislamientos están autorizados por el Ministerio de Ecología y por el Instituto Misionero de Biodiversidad (IMiBio) que nos deben dar su aprobación para usarlos en campo», aclaró.
Y en ese sentido ponderó la producción sustentable y el cuidado del ambiente. «Son hongos que no van a afectar como sí lo hace un insecticida químico. Estamos hablando de un control biológico. Lo que quiere decir que no estamos eliminando completamente a las plagas sino que las estamos controlando. Trabajando con estos hongos entomopatógenos estamos alineados en la producción sustentable y esto va de la mano de los ambientes libres de agroquímicos y es un avance sumamente importante. Es lo que se viene, tratar de no utilizar agroquímicos y usar lo que tenemos en la naturaleza», reflexionó la licenciada en Genética y doctora en Ciencias Naturales.
Por su parte, en el Instituto de Biotecnología de Misiones (Inbiomis) dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Misiones (Unam) también se encara un proyecto sobre control biológico de plagas.
«Desde la Universidad se busca evitar la aplicación de pesticidas químicos. En la Argentina está todo en fase de investigación pero otros países como Brasil y Cuba tienen muchos biopesticidas o biofertilizantes. Nosotros no estamos en la etapa de comercializar, no tenemos un producto para la venta, pero nos encaminamos a eso», esbozó Gustavo Bitch, docente e investigador.
Desde el año 2012 el grupo de trabajo está abocado al aislamiento de hongos nativos que sean de interés biotecnológico: comúnmente se encuentran los géneros fúngicos beauveria, metarhizium, akanthomyces, entre otros.
«Estamos en la fase en la que caracterizamos los microorganismos para que no dañen el ambiente y tampoco la salud del humano. Lo que hacemos es recurrir a la naturaleza, aislar los microorganismos y caracterizarlos en laboratorio. Y a futuro queremos multiplicarlos y aplicarlos. Justamente lo que buscamos es saber qué aplicar en cada cultivo», indicó.
En la caracterización de estos hongos se evalúa que posean capacidad natural de infectar a los insectos plaga, que sean seguros de manipular por las personas, que posean buena capacidad de multiplicarse masivamente y que no afecte a otras poblaciones de organismos como los polinizadores. «Tenemos bastante avanzado el estudio sobre microorganismos que no afecten a las abejas, es sumamente importante porque no podemos matar los polinizadores», resaltó.
En el BioLab de Posadas -dependiente de la Agencia Misionera de Innovación, la doctora en Ciencias Aplicadas-, Silvia López, también lleva adelante un proyecto de investigación sobre hongos entomopatógenos con el valor agregado de que comenzará a desarrollar una línea de producción para abastecer a productores y feriantes.
Es decir, el trabajo «Producción de bioproductos para el control alternativo de plagas a partir de cepas locales de hongos entomopatógenos y antagonistas» está próximo a iniciar una segunda etapa que comenzará en breve tras el desembolso de los fondos que se estima en 10 millones de pesos.
«El objetivo que teníamos, era producir un bioinsumo a partir de hongos entomopatógenos -aislados del suelo misionero- para producir un bioinsecticida. En este caso, los probamos en un vivero que está en la Agencia de Innovación sobre plagas y gusanos de plantas hortícolas: lechuga, tomate y acelga. Logramos aislar los hongos, pudimos elaborar el bioinsumo multiplicándolo sobre un sustrato sólido de granitos de arroz, producimos el bioinsumo y lo probamos para controlar esos insectos que perjudican a las plantas hortícolas. Hasta ahí llegó la primera parte del proyecto», explicó López.
«Empieza ahora una segunda etapa de esa misma línea de investigación y desarrollo que es el bioinsumo. Nos presentamos a otra convocatoria que también es del Ministerio de Ciencia y Técnica, que nos va a financiar otra vez el nuevo proyecto para continuar, cofinanciada con la Agencia. En este nuevo proyecto vamos a poner a punto este bioinsecticida que logramos sacar para que pueda controlar insectos que son plagas y que perjudican a las plantas hortícolas que se venden en las Ferias Francas, por ejemplo. Vamos a ponerlo a punto para que puedan usarlo los productores de la feria franca pero, a la vez, que no perjudiquen a más abejas. Queremos cuidar a los insectos que no son patógenos», expuso la científica, oriunda de Buenos Aires pero egresada de la Facultad de Ciencias Exactas de la Unam.
*Esta nota es una producción de Télam-Confiar, una plataforma con información especializada en ciencia, salud, ambiente y tecnología (www.telam.com.ar/confiar).