A principio de primavera, migran a nuestra zona distintas especies de aves y una de ellas, el Churrinche, es toda una fiesta para los ojos de quienes disfrutan la observación de aves. Su nombre científico –Pyrocephalus rubinus- lo define perfectamente: cabeza color de fuego, piedra preciosa rubí. Este pajarito de 13cm, color rojo escarlata con antifaz y capa negra, es un claro ejemplo de dimorfismo sexual porque estos espectaculares colores describen al macho, mientras que la hembra tiene una modesta vestimenta gris parduzca que la protege junto a sus pichones de los predadores.
Habita a orilla de plantaciones, terrenos arbustivos, áreas rurales y periurbanas, y no dejaremos de verlo en nuestros chañarales. Estará luciéndose en ramas bajas, desde las que con cortos y ágiles vuelos atrapa mosquitos, moscas, mariposas y todo otro insecto volador a su alcance.
A poco de arribados, comienza el cortejo con exhibiciones aéreas y ofrenda de alimento formándose las parejas. El lugar para construir el nido es elegido por él y la construcción realizada por ella, generalmente lo hace en una horqueta horizontal que por color y textura se confunde como parte del árbol. El macho alimenta a su pareja durante la incubación de sus 3 ó 4 huevos, de los que nacerá su descendencia en poco más de dos semanas. En su alimentación, se turnan ambos padres y pasado el mes de nacimiento comienza a aparecer el tono rojizo en el vientre que va diferenciando los sexos. Cuando los pichones logran cierta independencia, la hembra inicia una segunda nidificación.
Pasado Febrero, los adultos comienzan su retirada hacia el Norte, algunos en nuestro país y otros a países más cálidos. Los más jóvenes permanecerán entre nosotros hasta Abril.
Disfrutemos su visita, ¿te sumás a nuestra bandada?
Fotos de Pedro D. Cabrera
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