Crucé esa línea entre lo fantástico y lo real, entre mitos y verdades, entre aquello que podés palpar y lo intangible. Esta vez, como corresponsal de Noticias Radio Reflejos me encuentro con un grupo de personas que forman Dogma Argentina, un equipo de investigación paranormal.
Bien temprano, en la mañana del viernes los veo por primera vez y me presento. Cinco personas, cinco personalidades distintas.
Ariel: investigador, tecnología, profesor; Mariana, investigación, mancias, radiestesia; Martin investigación, manejo de grupo, ufología; Karina: investigación, ufología, manager; Diego: Investigación y desarrollo multimedia.
Cruzamos algunas palabras y me despido hasta la tarde. Tienen que descansar de un largo viaje y preparar los equipos para la noche, momento en que comenzaría a experimentar nuevas sensaciones de una experiencia paranormal.
Concretamos el encuentro pasada la media noche, hora de las brujas y las leyendas, y nos dirigimos por una ruta muy oscura hacia nuestro destino de investigación. La luna, único testigo, como un viejo candil, nos guía, permitiéndonos caminar entre los cerros sin necesidad de utilizar luz artificial.
El reflejo en las montañas y su brillo dan un escenario ideal. Hace frío, mi campera apenas contiene el calor, pero la adrenalina de lo que íbamos a vivir elevaba mi temperatura. Así, ya dentro de los cerros, luego de una extensa caminata, decidimos parar, ese era el sitio justo.
Cabe destacar que llegamos al lugar por referencia de un baqueano amigo. Allá, en las piedras paradas y las tumbas, algunas noches pasan cosas raras, me dijo. Sólo eso nos sirvió para tomar ese rumbo. Debo reconocer que este grupo, en su totalidad, se toma este trabajo con absoluta responsabilidad y seriedad, son dignos y merecedores de lo que hacen, cada uno con sus cualidades y dones, se mueven con excelencia en este campo.
Antes de ingresar al sitio realizan una ceremonia de solicitud de permiso hacia los dioses o hacia quienes allí moran eternamente. Uno a uno fueron ingresando a una especie de círculo ceremonial. Presentaron sus respetos y pidieron estar allí. Ya la noche avanza y el cielo nos regala su belleza y magnitud. Continuando con el relato, me mantengo en silencio y expectante. El grupo de divide en dos y acompaño a Martín y Mariana hacia la tumba.
Allí, ambos ofrecen sus respetos arrodillándose ante la misma en una suerte de plegaria, acariciando apenas las piedras que la cubren. Veo, atónito, que Mariana comienza a llorar, la angustia se nota en su rostro. Martín, en tanto, muestra un cuadro parecido. En ese instante el equipo medidor de campo electromagnético comienza a emitir un cambio de luces, marcando así una variación de las mediciones de energías;de esta forma, el aparato comenzó un derrotero loco de cambio de luces, duró muy poco, habrán pasado unos minutos hasta que se estabilizó. El otro grupo armaba los equipos fuera del círculo de piedras a fin de detectar cualquier movimiento, con cámaras especiales de visión nocturna y un grabador de psicofonías. Este aparato graba sonidos que son imperceptibles al oído humano.
Sigo con Martín y Mariana en la tumba, atónito con la situación, ya que, en un instante, ambos sintieron un gran pesar. Pasados unos diez minutos nos reunimos con el resto del grupo. Conversan entre ellos y Mariana no paraba de caminar, nerviosa con sus manos entrelazadas como una niña asustada, refiere haber visto a un hombre muy anciano, el cual se mostraba molesto por nuestra presencia.
Deciden entonces preguntar, al más allá, si querían que abandonásemos el lugar, si era oportuno permanecer. Mi pregunta es ¿Y cómo nos van a responder? «Esperá un cachito» me dice Ariel; «de alguna forma ellos se comunican, nos muestran su beneplácito o su molestia».
Enciendo un cigarro y me siento a esperar en una piedra. A lo lejos se ve un corredor de árboles y el viento, en su travesía, genera un sonido lúgubre que te eriza la piel.
La ruta está lejos y hace frío. El grupo se muestra inquieto y de pronto todos los equipos se apagan. Uno a uno, en cadena, ninguna batería responde, incluso mi linterna personal deja de funcionar.
Las cámaras, el grabador, los reflectores. Todos en una sola sintonía acuerdan, como si fuese un pacto espiritual, en apagarse. Ariel afirma con su cabeza, se miran entre ellos y dice que es hora de irnos. “Es evidente que no nos quieren acá.”
Muchos necesitan ver para creer, algunos escépticos dirán, esto es mentira, son fábulas, mitos; Otros creen en que existe algo más allá de acá, que alguien nos cuida y vela por nosotros, que los sitios tienen sus historias y sus guardianes.
Cada uno es dueño de sus pensamientos y respeto todo ello, todas las opiniones son válidas si mantenemos eso, el respeto.
Vivir esta experiencia me dejó una diversidad de sensaciones. Volvimos lentamente hacia los vehículos ya muy entrada la madrugada, en silencio, uno detrás del otro. Guardamos los equipos y emprendimos la vuelta a descansar.
Mientras manejaba no pude dejar de pensar en todo lo que pasó. Cuánta historia existe en ese lugar, cuántos seres vivieron allí, cuántas vidas pasaron antes de nosotros.
Ese sitio evidentemente es sagrado, tiene sus guardianes, posee una energía especial, intensa, a tal punto que ningún equipo resista y se apague.
Siento un cansancio extremo, agotado. Atribuyo eso al trajín del día y lo largo de la noche. Aunque en lo profundo sé que se debe a otra cosa, inexplicable desde la lógica. Llego a casa e intento dormir, pero no puedo, me quedo dando vueltas todo lo vivido esta noche. Y sé que a partir de ahora voy a ver las cosas desde otra óptica, con otros ojos, con otra cabeza.
No necesito convencerme, porque lo siento, de que hay algo más allá de acá, que hay otra vida después de ésta y que cada día hay que vivirlo con intensidad, valorando cada segundo que nos regale este lugar, único en el mundo.
Agradezco profundamente al equipo de Dogma paranormal por permitirme vivir esta experiencia.