Ricardo Di Canto, integrante de la filial Bahía Blanca de la Asociación Argentina de Inventores comentó durante el espacio de «Tiempo Educativo», cómo es llevar adelante esta organización, y desmitificó algunas cuestiones. Una entrevista para que se te prenda la lamparita.
Muy lejos del estereotipo del loco y ermitaño. Ese que hace explotar cosas y concatena miles de pequeñas acciones en un garaje inmenso para llegar a alguna desopilante creación. En este caso, en Bahía Blanca, un grupo de entusiastas se reúne, debate, diagrama, ayuda al otro y busca compartir la pasión por inventar.
Ricardo Di Canto, uno de los integrantes de esta filial de la Asociación Argentina de Inventores, explicó que “en el 2002 por una nota que salió en La Nueva Provincia salía un inventor de Buenos Aires, que había hecho una funda para controles remotos, lo que hacía que no se rompiera si se caía”.
Ese pequeño artículo lo hizo investigar y “por teléfono me puse en contacto con la Asociación Argentina de Inventores que funcionaba en Buenos Aires. Y ahí empezó un acompañamiento que sigue hasta el día de hoy. Intercambio de mails, aprecio y respeto mutuo. En 2003 fundamos la delegación Bahía Blanca. En ese entonces era la tercera fuera de Capital Federal. Ahí otra en Rosario y otra en Córdoba”.
Yendo a la cotidianeidad de esos encuentros, explicó que “nosotros tenemos un lema en las reuniones, que lo va gestando. Acá vas a venir y vamos a hablar de motores, de máquinas, de inventos, pero no de política, ni de fútbol ni de mujeres. Y funciona. Nosotros en Bahía recibimos a todo aquel que le gusten los inventos, esté interesado o sea inventor. Acá nadie te pide título, ni nada parecido. Todos respetamos la intimidad de cada uno”.
En esa línea subrayó que “lo primero que les decimos a cada miembro nuevo es que no nos cuente su invento hasta que no lo tenga patentado. Después de algunas reuniones por lo general cuentan en qué andan, cuando ven que somos todos gente buena y que nadie le va a robar nada”.
En otro pasaje de la charla mencionó que “hay gente que ha inventado sin tener un problema. Se le ocurrió. Pero lo más común es resolver problemas. En general al comienzo somos todos idealistas, de ayudar a la gente… después aparece el quiero hacer plata con esto. Pero la primera intención, del 99% de los inventores, es buscar ese sentimiento lindo de ayudar. La parte económica es posterior. Esto en los amateurs”.
Diferenciándolo, aclaró que “en los profesionales, que los hay, cambia la dinámica y aparece la frase de Edison de jamás inventaría algo que el mercado no compre”.
Por último, sostuvo que en inventoresdebahia.com.ar ahí van a ver todos los inventos que ha hecho el grupo. Mi logro es que el grupo funcione. Esa es mi pasión. Tengo varios desarrollos, pero nunca los llevé a la práctica concretamente”.