Junio es un mes crucial para frenar el avance del coronavirus en Latinoamérica, que se conviritó en las últimas semanas en nuevo epicentro de la pandemia con más de un millón de casos, adviritó hoy la Organización Panamericana de Salud (OPS).
«Va a ser un mes crítico, en el que los países que implementaron medidas de mitigación a tiempo podrán manejar un poco mejor la sobrecarga de casos en sus sistemas de salud», señaló Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS, brazo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en América.
El experto recordó que países de la zona como Brasil, Chile y México están experimentando aumentos diarios de hasta 4 y 5 por ciento de nuevos contagios, y otros como Bolivia y Venezuela también están aumentando sus cifras relativas de casos diarios, «una situación aún muy delicada».
Brasil, con casi 700 mil casos y 37 mil muertes, es el segundo país del mundo más golpeado por el coronavirus, aunque en la región también preocupa en cifras absolutas la situación en Perú (casi 200 mil contagios) Chile (134 mil) o México, con casi 120 mil.
El director de la OPS destacó que la situación se complica por los problemas económicos de la región, con grandes índices de pobreza y muchos trabajadores informales sin cobertura de salud o medios para subsistir en un confinamiento, lo que está llevando a algunos países a considerar desescaladas pese a que aún no se redujeron los contagios.
Espinal remarcó que desde la OPS «se ha recomendado que no es el tiempo para reabrir, pero cada país es soberano», informó la agencia de noticias EFE.
Pero si deciden reabrir, «que sea de forma paulatina y analítica», sugirió, animando a que en cada país se sienten a decidir estas medidas responsables económicos y de finanzas junto a autoridades de salud pública y representantes de la sociedad civil.
El experto destacó que los países latinoamericanos por una parte contaron con algo más de tiempo que los europeos para iniciar medidas de prevención como el confinamiento, pero por otro lado muchas de sus redes de salud no están lo suficientemente financiadas para este tipo de emergencias.
En ese sentido, destacó que «la OPS recomienda que los países inviertan como mínimo un seis por ciento del producto interno bruto en salud pública», pero señaló que «la mayoría de ellos no llega a esa cifra».
Además de la stiacuón de los países más golpeados de la región, la OPS y la OMS manifestaron inquietud por Haití, con uno de los sistemas sanitarios más débiles de la región, y Nicaragua, que según Espinal «estaba de facto intentando adoptar la inmunidad de grupo» que ya fracasó en países de Europa como Suecia o el Reino Unido.
En el otro lado de la balanza, algunos gobiernos de la región asumieron relativamente pronto medidas de prevención, y en ese sentido Espinal puso como ejemplo los casos de Colombia y República Dominicana, aunque aseguró que incluso con máxima previsión era difícil tener cero infecciones en ningún país.
También resaltó el «excelente programa de testeo» de países como Chile y Uruguay (con 30 mil y 14 mil pruebas por cada millón de habitantes, respectivamente) o el buen uso de los equipos sanitarios móviles en Costa Rica para atender a las personas autoaisladas en sus casas.
Sobre la inicial actitud de algunos líderes políticos de la región como el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que negaba la posibilidad de que llegara la pandemia a su país, el responsable de la OPS se mostró neutral y señaló que la organización «respeta todas las opiniones de los jefes de Estado».
«Lo que sí pedimos es que el mensaje sea consistente, pues cuando los mensajes son inconsistentes la población se confunde», apostilló.
Por último, señaló que sorprende en la región la situación de Venezuela, que pese a las graves dificultades económicas que ya en anteriores años mostraron sus hospitales, parece haber sido uno de los países menos afectados por la pandemia, con sólo 2.377 casos y 22 decesos.
«Es un país al que ya había muy pocos vuelos antes de llegar la Covid», explicó Espinal, que sin embargo matizó que Venezuela está haciendo muchas pruebas rápidas de diagnóstico de la enfermedad «no muy confiables» y pocos tests moleculares, que son los recomendados por OMS y OPS.