Epecuén recibió a Junio con su hermoso manto de sal. El fenómeno químico que provoca el sulfato de sodio junto a las muy bajas temperaturas tiñó de blanco, una vez más, las costas del Lago Epecuén. Hoy, solitarias la mayor parte del día, las playas en Carhué muestran los cristales de sal que no sólo cubren el suelo, también se adhieren a los elementos de las ruinas de Epecuén.
El espectáculo, conocido para muchos, asombra a quienes nunca lo vieron y vivencian por primera vez lo que parece nieve o hielo.
Cada hora del día le da diferentes tonalidades, pero sin dudas el atardecer es el momento en que el evento se transforma en una obra de arte technicolor, imprevisible y perecedera.
Esta bella atracción turística será, por el momento, sólo para los habitantes del lugar, a la espera de volver a recibir visitantes que la caminen, fotografíen y jueguen con sus cristales.