Estamos a casi tres semanas, la desaparición del pequeño argentino Loan ha dejado a la comunidad nacional en estado de shock y desesperación. A pesar de los esfuerzos (?) de los funcionarios provinciales y nacionales, el paradero del niño sigue siendo un misterio. Se ha activado el «Protocolo Sofía» para la búsqueda de menores desaparecidos, pero los resultados hasta ahora han sido desalentadores. Solo hay un par de detenidos, y el caso parece estar estancado.
La desaparición de Loan no es un hecho aislado, sino un reflejo de un problema más profundo y perturbador: la trata de personas y el secuestro de menores, que a menudo están vinculados con redes de narcotráfico y explotación. La ineficacia en la resolución de estos casos no solo perpetúa la injusticia, sino que también siembra el terror en la comunidad. Ante esta situación, es necesario cuestionar si los protocolos actuales son suficientes y si las medidas adoptadas están a la altura de la gravedad del problema.
El «Protocolo Sofía», aunque bien intencionado, parece insuficiente para enfrentar la magnitud de estas situaciones. Es esencial considerar un enfoque más agresivo y eficaz para tratar con los sospechosos-detenidos por secuestro de menores. No se puede permitir que estos individuos, quienes a menudo forman parte de organizaciones criminales bien estructuradas, jueguen con el tiempo y la desesperación de las familias y comunidades afectadas.
El secuestro de personas, especialmente de menores, debiera ser considerado como un acto terrorista. Este concepto ampliado reconoce el terror y el daño profundo que estos actos causan en la comunidad. Además, se debe capacitar a grupos especializados en forzar declaraciones reales de los sospechosos, de manera similar a como se entrenan negociadores de rehenes. La creación de esta figura especializada puede ser crucial para obtener información vital en tiempo real y salvar vidas.
Este problema no se limita a una sola nación. La colaboración a nivel regional es imperativa. Los Estados miembros del MERCOSUR, o por caso los del CELAC, deben trabajar juntos en la implementación de protocolos y acciones conjuntas para combatir el tráfico de personas y el secuestro de menores. Incluso, equiparar estos actos como TERRORISTAS. La urgencia de estos problemas demanda una respuesta coordinada y firme que atraviese fronteras y refuerce la seguridad y justicia en toda la región.
El Papa Francisco ha sido un defensor incansable de los derechos de los niños y los más vulnerables. En su encíclica «Fratelli Tutti», el Papa nos llama a una fraternidad y amistad social que no se queden en meras palabras. Nos insta a actuar con compasión y justicia para proteger a los más indefensos de nuestra sociedad.
En este contexto, la desaparición de Loan debe ser un llamado a todos nosotros a no permanecer indiferentes. Leemos en «CARITAS IN VERITATE» de Benedicto XVI: «la caridad en la verdad … es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. El amor es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz». No podemos permitir que estos crímenes queden impunes y que el terror siga dominando nuestras comunidades.
Es el momento de actuar con decisión y valentía. Debemos exigir justicia y proteger a nuestros niños con todas nuestras fuerzas. La colaboración entre naciones, la capacitación de especialistas y la consideración de estos actos como terrorismo son pasos necesarios para asegurar que no haya más Loans perdidos y que cada niño pueda crecer en un entorno seguro y amoroso. Solo entonces podremos mirar al futuro con esperanza y dignidad, sabiendo que hemos hecho todo lo posible por proteger a los más vulnerables entre nosotros.
Luis Gotte
La Trinchera Bonaerense