Con discursos que destacaron los 40 años de democracia ininterrumpida, la 47ma. Feria de Libro de Buenos Aires se inauguró hoy en su tradicional sede del predio de La Rural y no faltaron las alusiones a las dificultades en la producción editorial por la falta de papel ni se disimularon las expectativas por las ventas luego de que la edición anterior se convirtiera en la más concurrida en su historia, pero fue el escritor Martín Kohan quien, en un texto de apertura que generó un clima de silencios atentos, risas cómplices y aplausos potentes, instaló a la lectura y al lector como ejes y definió al acontecimiento anual como «un espacio de conversación sobre libros».
Pasadas las 18.30 y con el salón El Central colmado, la Feria tuvo esta tarde su inicio formal con palabras de las autoridades de la Fundación El Libro (FIL) y los ministros de Cultura nacional y porteño, Tristán Bauer y Enrique Avogadro, respectivamente, quienes fueron escuchados por escritores y escritoras como Sergio Olguín, María Inés Krimer, Enzo Maqueira, Dolores Reyes, Mariana Travacio, Ana Ojeda y Natalia Zito; dos autoras que tuvieron la responsabilidad en ediciones anteriores de abrir la feria como Luisa Valenzuela y Claudia Piñeiro; y la poeta uruguaya Ida Vitale quien será una de las homenajeadas en estos días previos a su cumpleaños número 100.
El primer discurso de la tarde fue el de Alejandro Vaccaro, presidente de la FIL, quien ofició de anfitrión haciendo hincapié en los 40 años de democracia que será celebrada, más allá de las mesas y presentaciones específicas, con una muestra organizada junto a la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA), «40 fotos, 40 años», que se puede ver en el túnel ubicado en el medio del predio.
Vaccaro celebró la compra de parte del Ministerio de Educación nacional de casi 16 millones de ejemplares de libros de texto, 11,5 de primaria y 4,2 de secundaria, a los que se suman los 3,5 millones de libros de literatura inicial adquiridos a fines de 2022 y pidió que no pierda estado parlamentario el proyecto de ley de creación del Instituto del Libro y la Lectura y el proyecto de recaudación de Derechos Colectivos que impulsa la Sociedad Argentina de Escritores.
«Tampoco podemos dejar de advertir que la escasez de papel para la industria del libro, sumado a los ingentes problemas para su importación constituyen un combo perfecto que pone en peligro la tan necesaria bibliodiversidad. Esta circunstancia afecta al lector y a toda la cadena de valor. El Estado debe jugar un rol fundamental para garantizar el papel necesario para toda la industria. Debemos recordar, aunque no sea necesario, que el libro es mucho más que una mercancía que produce resultados económicos, el libro es educación, conocimiento, memoria y múltiples cosas más», remarcó.
La celebración de los 40 años de democracia ininterrumpidos y el lugar de los libros para alimentar una conversación pública en ese sentido fue eje de los discursos de funcionarios que lo sucedieron: Avogadro resaltó que «los libros estuvieron ahí en los años más oscuros», en las crisis y recientemente para «ayudarnos a atravesar la pandemia» y Bauer resaltó que se trata de un hecho inédito y «no debemos restarle importancia justamente en este lugar, para que nunca más se vuelva a quemar libros, silenciar y perseguir a autores y autoras o degradar contenidos».
Para Avogadro la Feria «es mucho más que un encuentro comercial, la esperan miles de personas para reencontrarse, discutir, celebrar el libro y la palabra. Es un gran artefacto cultural difícil de explicar» y «hay tantas ferias como quienes la recorren».
A su turno Bauer recordó que «en este lugar, hace un año», se denunciaba «la gravedad que significó que durante el gobierno de Mauricio Macri se sancionara una ley para quitar la financiación a las actividades culturales y a las bibliotecas populares» y subrayó que se logró votar en el Congreso «la continuidad de las asignaciones específicas por 50 años más».
El ministro de Cultura nacional hizo referencia a la escasez de papel y señaló que «el libro no debe ser considerado un bien de lujo para pocos y pocas». «Sabemos que hoy debemos resolver el tema del papel por los costos que implican para toda la industria, por la dificultad que representan para las pequeñas editoriales, los proyectos autogestionados y especialmente por la posibilidad de acceso a cada argentino y argentina», puntualizó.
También estuvieron presentes autoridades de Santiago de Chile, ciudad invitada de honor, como Jaime de Aguirre, ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio del país vecino, y Claudio Orrego, gobernador regional de la ciudad chilena. Ambos celebraron la participación de una comitiva con 100 representantes culturales chilenos, entre ellos Raúl Zurita, Alejandra Costamagna y Alberto Fuguet.
Mientras iban subiendo al escenario los responsables editoriales, la escritora Claudia Piñeiro, presente en el acto, tuiteaba: «Tercer varón que habla en la apertura de la @ferialibro», «Subió una mujer al escenario y nos entusiasmamos pero era para cambiar el agua. Habla el cuarto varón» y más tarde: «Bueno se viene el sexto varón”, pero es “Martín Kohan” así que “estalla de aplausos la @ferialibro. El discurso esperado».
Y a las 19.54 Kohan, escritor, docente y crítico literario, tomó el micrófono y anunció: «Voy a leer un ratito un texto que se llama ‘El salón literario'» y el silencio se impuso para dar lugar a un discurso sobre la lectura como ejercicio y al lector como centro, más allá del escritor y desbordando la idea de «figura».
«Habría que concebir un deseo de llegar a ser lector, así como suele formularse el deseo de llegar a ser escritor», manifestó el autor de «Dos veces junio» y «Ciencias morales» y se animó a afirmar que «la provisión de autores para la literatura contemporánea está cubierta, y hasta podría decirse que con creces; tan sólo porque se trata de un territorio vasto, muy vasto, vastísimo, no hay riesgo de sobrepoblación».
Para el docente, el asunto son los lectores «para esa cantidad de autores, ahí donde el deseo de la escritura se afirma como deseo de lectura, como deseo de ser leído, y no tan sólo de verse impreso, del nombre en la tapa, de la foto en la solapa, del vino en la presentación, del ejemplar en la vidriera».
Kohan ubicó a la lectura y los lectores como «el punto nodal de cualquier feria del libro, aun cuando en la Feria misma es difícil encontrar un lugar propicio para sentarse y ponerse a leer un rato (yo tengo uno pero, por razones de estrategia, de conveniencia, en fin, por egoísmo, me abstendré de revelarlo)», reconoció.
Esas conversaciones que invita a entablar la Feria que comenzó hoy y se extenderá hasta el 15 de mayo, dijo, no tienen que ser «plácidas, armoniosas, edulcoradas ni orientadas por un afán de consenso».
«Las discusiones de tono subido, acaloradas como se dice, vehementes y hasta exasperadas, son formas de la conversación también (pienso en el vozarrón de David Viñas, pero también en las modulaciones suaves de Horacio González; pienso en la firmeza de la taxatividad de Beatriz Sarlo, pero también en la apelación al filo de la ironía de Tulio Halperín Donghi)», graficó.
Antes de las 21 la cinta de inauguración del acontecimiento quedó cortada dando lugar a una edición cargada de expectativas, ya que el año pasado batió el récord de asistentes, llegando a 1.324.500 de visitantes.