En lugar de recortarse para limitar la subida de la temperatura global del planeta, el uso de combustibles fósiles sigue incrementándose en 2024 y no hay muestras de que haya tocado techoA pesar de la urgente necesidad de recortar las emisiones de CO2 para atajar el cambio climático, todavía no hay muestras de que hayan tocado techo: las emisiones siguen escalando este 2024, según calculan los científicos del Carbon Budget Project. La quema de petróleo, gas y carbón –los combustibles fósiles– está detrás de ese incremento.
De hecho, las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por esos fósiles alcanzan su récord este año: 37,4 gigatoneladas o un 0,8% más que en 2023. Eso hace que, aunque hay otras fuentes menores de CO2 que se contienen (como las que vienen del cambio de usos en los suelos), el volumen total bombeado a la atmósfera este año va a crecer. Justo lo contrario a lo que la ciencia indica que hay que hacer para combatir el cambio climático: desplomar las emisiones.
Los datos llegan mientras delegaciones de casi 200 países se reúnen en Bakú (Azerbaiyán) para la Cumbre del Clima COP29. Una cumbre convocada por tercera vez consecutiva en un petroestado consecutivo y en un país cuyo presidente, Ilham Aliyev, dijo en la inauguración que “el petróleo y el gas son regalos de dios”.
Ya en 2009 el mundo admitió al suscribir el Acuerdo de Copenhague que hacían falta “recortes profundos” de las emisiones de gases para poder “limitar el incremento de la temperatura global por debajo de los 2 °C”. En realidad, ese es el corazón de la lucha contra el cambio climático.
En 2019, una evaluación del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) halló que, en lo que se refiere a rebajar emisiones, los años que habían pasado podían calificarse de “década perdida”. Y calculaba que había que reducir en un 50% estas emisiones durante los siguientes 10 años para cumplir el Acuerdo de París. Está ocurriendo lo contrario.
Desde 2019, solo la crisis de Covid-19 hizo que bajara la cantidad de CO2 liberada a la atmósfera en 2020. Después de eso, las emisiones globales subieron año tras año hasta superar los picos máximos anteriores, según refleja el análisis de Carbon Budget Project. El crecimiento de emisiones del petróleo, el gas e incluso el carbón marcaron esa línea ascendente.
El investigador del Instituto de Sistemas Globales de Exeter, Pierre Friedlingstein, apostilla que “no hay señal de que se esté alcanzando el pico en el uso de combustibles fósiles, al tiempo que los impactos del cambio climático se vuelven cada vez más dramáticos”. Y advierte de que “el tiempo se acaba”.
En este sentido, el investigador jefe del CSIRO australiano, Pep Canadell, calcula que “nos quedan seis años de emisiones a este nivel para comerse el presupuesto de carbono que permitiría mantener el calentamiento extra del planeta en 1,5 °C”, según contaba en un encuentro de periodistas en el Science Media Center (SMC).
Esto quiere decir que, según los cálculos de la ciencia, a este ritmo de emisiones, en solo seis años más desde hoy ya se habrá inyectado a la atmósfera el volumen de gases máximo que podía permitirse la humanidad si quería limitar el incremento de la temperatura global del planeta a 1,5ºC al final de siglo. Porque así funciona la inercia del clima una vez se añade CO2 a la atmósfera y porque ese límite de recalentamiento permite esquivar los efectos más dañinos del cambio climático.
Los sumideros naturales, imprescindibles
En términos absolutos, si la Unión Europea y EEUU rebajaron sus emisiones, India y, en menor medida, China subieron. Las dos potencias asiáticas utilizarono más carbón que hace un año. Además, la aviación internacional influyó en el incremento de las emisiones a base de petróleo y los analistas ven que “seguirá creciendo”.
Otro aspecto que aborda este trabajo –que implicó a 119 investigadores de 86 instituciones y 19 países– es el de los sumideros naturales de carbono. Los bosques, el suelo y los océanos consiguen tragarse hasta la mitad del CO2 que provoca el modelo actual de producción y consumo humano. Una capacidad que, a medida que la temperatura global continúa ascendiendo, puede disminuir. Un problema para equilibrar la cantidad de carbono en la atmósfera y conseguir el objetivo de neutralidad climática en el mundo para 2050. Es decir, que se absorba tanto CO2 como se emite.
“No podemos sustituir con tecnología la capacidad de absorber CO2 de los sumideros naturales. De ninguna manera. No podemos construir industrialmente infraestructuras para retener ni un 20% o un 10% de las emisiones y los sumideros naturales se comen hasta un 50%”, avisa Canadell.
Fuente eldiarioAR