Dirigido a familias y organizaciones de productores en situación de vulnerabilidad social, el proyecto Promoción de la Autoproducción de Alimentos apunta a promover la «seguridad alimentaria y a mejorar la nutrición de la familia a través de la incorporación de nutrientes», remarcó en diálogo con Télam Zulma Canet, directora de INTA Pergamino.
El proyecto Promoción de la Autoproducción de Alimentos, más conocido como Prohuerta, cumple el próximo miércoles 32 años fomentando las prácticas productivas agroecológicas para el autoabastecimiento, la educación alimentaria, las ferias y los mercados alternativos con una mirada federal e inclusiva de las familias productoras, pero además solidaria y con perspectivas de derechos.
Dirigido a familias y organizaciones de productores en situación de vulnerabilidad social, Prohuerta está cogestionado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y desde 2003 forma parte del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria.
El programa nació en 1990 -mediante Resolución Nº 239/90 del INTA-, en un marco de crisis por un colapso en el abastecimiento alimentario para los sectores más vulnerables, y actualmente es una de las políticas públicas alimentarias más importantes de Latinoamérica por su promoción a la seguridad y soberanía alimentaria.
«Es un programa extraordinario y no existe uno similar en otros países por el alcance y la magnitud que tiene Prohuerta en todo el territorio nacional», destacó Roberto Cittadini, excoordinador nacional del programa (2006-2013), y agregó: «La clave de Prohuerta es la red de técnicos del INTA que lo sostienen y llegan a todas las localidades y la figura de los promotores voluntarios».
«Una de las características que tiene Prohuerta es que siempre estuvo atravesado por la solidaridad; es una política pública que logra implementar acciones con perspectivas de derechos a nivel comunitario, y esto llevó a este programa a que pueda estar 32 años vigente, con presencia a nivel territorial», subrayó el Licenciado Jorge Cefarelli, asistente regional de Prohuerta y Agricultura Familiar en el INTA Corrientes.
Prohuerta apunta a promover la «seguridad alimentaria y a mejorar la nutrición de la familia a través de la incorporación de nutrientes», remarcó por su parte Zulma Canet, directora de INTA Pergamino, provincia de Buenos Aires, y referente nacional del área Granja del programa.
También apuesta «al acceso al trabajo a través de la producción de sus propias huertas, y va disparando otro tipo de derechos, como la participación, a la comunicación, a organizarse, a pensar transformaciones a nivel territorial», añadió Cefarelli.
El programa «arrancó sólo con la huerta y la entrega de semillas, pero después se veía que faltaba la parte de proteína de origen animal, entonces, dos años después, comienza la parte de granja de la mano del Ingeniero Manuel Bonino», explicó Canet.
Actualmente, Prohuerta funciona en más de 600.000 huertas y granjas escolares, familiares e institucionales, y a lo largo de estos 32 años ha generado más de 15.000 granjas agroecológicas.
Mediante el mismo se entregan aproximadamente 1,3 millones de kits de semillas durante las temporadas otoño-invierno y primavera-verano, y hasta 600.000 aves, entre gallinas ponedoras y pollos camperos, a 20.000 familias de toda la Argentina.
«En lo que va de 2022 llevamos producidas 210.000 ponedoras, 28.000 pollos para carne y eso, en regla general, han generado 18.000 granjas. Con lo que se produjo este año, hemos llegado a 18.000 familias», precisó Canet.
Asimismo, la iniciativa ayudó a que cerca de 170.000 personas se capaciten en desarrollo de huertas y granjas, alimentación saludable y producción agroecológica, brindando insumos tales como semillas, frutales, animales de granja y herramientas.
DE 9.000 PROMOTORES VOLUNTARIOS, EL 67% SON MUJERES
El programa Prohuerta surgió en 1990 con el objetivo de que los sectores más vulnerables de la sociedad puedan acceder a alimentos sanos, con lo cual la solidaridad y la participación son dos de sus puntales más fuertes, y esa participación se nutre actualmente de 8.877 promotores voluntarios en todo el país, entre los cuales se destaca el rol de la mujer, que abarca el 67% del voluntariado.
Las promotoras y los promotores voluntarios de Prohuerta son un nexo entre el trabajo técnico del programa y la comunidad, cuyas principales actividades son la distribución de semillas y aves, el acompañamiento a huertas y granjas, acciones de articulación territorial, capacitación y difusión de acciones.
La iniciativa «tiene una semilla que en la comunidad va germinando procesos de desarrollo; fortaleciendo y creando redes comunitarias; permitiendo que la comunidad se organice y, a su vez, que vaya generando procesos de transformación a nivel territorial», resaltó Jorge Cefarelli, asistente regional de Prohuerta y Agricultura Familiar en el centro regional Corrientes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
«La mayoría de los promotores a nivel territorial son mujeres, más allá de que, cuando se plantea la imagen del campo, la mujer como productora muchas veces está invisibilizada», afirmó Cefarelli en declaraciones a Télam.
En esta línea, puntualizó que «al campo se lo piensa como algo masculino y en realidad las tareas que se llevan adelante están vinculadas con la mujer, su importancia a nivel de la chacra, la alimentación y la producción de alimentos».
Con lo cual, «son estas promotoras las que van tejiendo esas redes a nivel comunitario», sostuvo el integrante de INTA, organismo que cogestiona Prohuerta junto con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
«No es casualidad que uno invisibilice el trabajo de la mujer en la ruralidad, cuando ellas son quienes en realidad llevan adelante jornadas extensas con una sobrecarga de trabajo, entre el productivo, de cuidado, el doméstico, y todo lo comunitario», destacó Cefarelli.
En este sentido, recordó una experiencia que vivió en primera persona en los departamentos correntinos de Goya y Lavalle.
«Corrientes es una provincia patriarcal, masculinizante, donde las mujeres de ProHuerta comenzaron una experiencia de promotoras en 2005 y fueron ganando espacios como dirigentes en sus organizaciones y, a su vez, pudieron apropiarse de la palabra», contó Cefarelli.
Las mujeres de Goya y Lavalle «se transformaron en comunicadoras populares, comunitarias, y empezaron a visibilizar sus problemáticas».
«Cuando llegábamos a las comunidades, el agricultor familiar decía que con los ingenieros iban a conversar los hombres y que las mujeres hagan lo propio con el comunicador; a partir de eso surgió la idea de comunicación comunitaria donde ellas empezaron a reconocerse con la posibilidad de comunicar para visibilizar sus problemas», amplió el referente de Prohuerta.
A tal punto que –subrayó el funcionario– «todo ese proceso les permitió conformarse como una organización en 2010 y actualmente cuentan con una radio FM donde transmiten sus problemáticas, dándoles la posibilidad de reconocerse con la carencia de un derecho».
De esta manera, Prohuerta «no va visibilizando a partir de un proceso de entrega de semillas o de pollitos, sino que es una política pública que va generando la posibilidad de ir reconociendo derechos a nivel comunitario», concluyó Cefarelli.
Por otra parte, con un abordaje territorial integral, un enfoque de derechos y una perspectiva de desarrollo sostenible, Prohuerta valora las particularidades culturales y ambientales de cada territorio para impulsar técnicas productivas amigables con el ambiente, y tecnologías apropiadas que mejoran el hábitat y la calidad de vida de las familias.
«El programa tiene una semilla que en la comunidad germina y va germinando otros procesos, como de desarrollo; va fortaleciendo y creando redes comunitarias; va permitiendo que la comunidad se organice y a su vez, que vaya generando procesos de transformación a nivel territorial», añadió Cefarelli.
Bajo esa premisa entran en acción las promotoras y los promotores voluntarios de Prohuerta, un nexo entre el trabajo técnico del programa y la comunidad, cuyas principales actividades son la distribución de semillas, el acompañamiento a huertas y granjas, acciones de articulación territorial, capacitación y difusión de acciones.
Actualmente, en todo el país colaboran con el programa cerca de 9.000 promotores, destacándose la participación de la mujer, que abarca el 67% del voluntariado.
«Prohuerta siempre va a permanecer y tener vigencia gracias a sus resultados exitosos y a la demanda por parte de la sociedad, porque cuando se instrumentó fue para un período que buscaba cubrir la emergencia, y ello le permitió impulsar las ferias agroecológicas, que generó una articulación del programa con el autoconsumo y el autosostén de las familias», completó Cittadini.
PROHUERTA TRASCENDIÓ FRONTERAS Y ES EJEMPLO EN EL MUNDO
El programa Prohuerta tiene como principal objetivo mejorar la nutrición de las familias argentinas a través de la incorporación de nutrientes provenientes de la huerta y de la proteína animal, pero desde su creación hasta la actualidad esta política pública federal de seguridad alimentaria fue tomada como ejemplo a nivel internacional, a tal punto que trascendió las fronteras.
Por el interés que despertó por parte de organismos internacionales, a mediados de los ’90 Prohuerta fue requerido para ir a Armenia, donde en dos años se produjeron más de 1.000 huertas y se tradujeron los materiales de capacitación al idioma de ese país europeo.
En 2001, la Cancillería Argentina recibió solicitudes para conformar un equivalente a Prohuerta en Panamá, Colombia y Bolivia.
Cuatro años después, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) convocó al país para colaborar con la pacificación y el desarrollo de Haití, lo que dio lugar a «Prohuerta Haití», con participación de los componentes Huerta y Granja, alcanzando a cerca de 300.000 personas en todos los departamentos del país caribeño.
Durante esa misión, se trabajó con un equipo de casi 30 técnicos haitianos, contando con el aporte de ocho cooperaciones internacionales, principalmente de Canadá, de España y de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Zulma Canet, veterinaria, directora de INTA Pergamino y referente nacional del área Granja de Prohuerta, fue una de las profesionales que aportó para el arribo del programa a Centroamérica, el cual consideró «muy exitoso».
A diferencia de la Argentina, en Haití «se compraban los animales en los países que producían (como México y Estados Unidos), si bien teníamos la intención de armar centros de multiplicación allá», explicó Canet en declaraciones a Télam.
No obstante –agregó la profesional– «sí llevamos adelante la producción de huevos y pudimos tener las granjas».
El resultado «fue realmente muy exitoso; las familias se apropiaron del componente y en las distintas visitas nos agradecían la posibilidad de consumir huevos», enfatizó Canet.
En paralelo, la Argentina encabezó en territorio nacional cursos internacionales para técnicos de América Latina, el Caribe y África -con apoyo del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, INTA, Cancillería y la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA, por sus siglas en inglés)- para el diseño de iniciativas equivalentes, bajo la tutela del entonces coordinador nacional de Prohuerta, Roberto Cittadini.
HUERTAS AGROECOLÓGICAS ESCOLARES EN HAITÍ
En 2016, tras más de 10 años, Prohuerta Haití se interrumpió por decisión de la gestión de Mauricio Macri.
El pasado 31 de mayo, el Gobierno relanzó el programa en el país caribeño a través del proyecto «Huertas Agroecológicas Escolares en Haití como Estrategia de Construcción de Seguridad Alimentaria y Nutricional».
El canciller Santiago Cafiero y la titular de Cascos Blancos, Sabina Frederic, asumieron la iniciativa, en el marco de las actividades impulsadas por la Argentina en su ejercicio de la Presidencia Pro Témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
En este sentido, Canet resaltó la importancia de poder retomar el componente Granja en Haití.
«Como estuvo tanto tiempo discontinuo, el equipo técnico se disgregó y hay que rearmar todo, hacer capacitaciones y demás», lamentó la directora de INTA Pergamino, aunque aclaró que «no hay que empezar de cero porque las semillas cayeron en buenas manos y hay que aceitar los engranajes».