El proyecto, organizado por la Cooperativa Agropecuaria de Comercialización de Pequeños Productores nuclea a 350 familias y logró una certificación internacional, se enfoca en la conservación de especies y espacios de vida silvestres para evitar que otros animales los cacen.
Una cooperativa de pequeños productores de Zapala, provincia de Neuquén, fomenta prácticas sustentables de coexistencia entre el ganado ovino y sus depredadores mediante perros protectores de ganado, generando procesos productivos sustentables y amigables con la biodiversidad de la estepa patagónica.
Se trata de la Cooperativa Agropecuaria de Comercialización de Pequeños Productores de la Zona Centro de Neuquén, creada en junio de 2011, que nuclea a 350 familias productoras, y logró en octubre pasado la certificación internacional Wildlife Friendly, otorgada por la organización civil WCS Argentina, cuyo trabajo se enfoca en la conservación de especies y espacios de vida silvestres.
Este certificado, obtenido ya por 45 productores de la cooperativa, «fortalece el posicionamiento de fibras en el mercado internacional, logrando elevar su precio de venta un 15%», según indicaron desde la organización.
En diálogo con Télam, Ezequiel Infantino, coordinador de Certificación y Cadenas de Valor de WCS Argentina, precisó que desde la organización se trabaja hace más de 30 años con temas de coexistencia de especies y su conservación.
«La relación que tiene la gente con la naturaleza, el medio ambiente y la fauna silvestre es importante para que estos proyectos de conservación sean efectivos a largo plazo. En este caso, trabajamos con el problema de la depredación sobre el ganado», expresó.
Los productores de ganado ovino y caprino se enfrentan a la amenaza de la vida silvestre de la zona como los pumas, el zorro colorado y gatos andinos, y para lograr controlar la depredación de estos animales implementan distintas técnicas que promueven la coexistencia entre ambos.
Una de las técnicas que más resultados positivos tuvo es la de la incorporación de perros protectores de ganado que, si bien requiere de «mucho trabajo y compromiso de los productores», proporcionaron «reducciones que van del 85% al 100%» en depredación.
«El proceso de impronta es el proceso mediante el cual estimulamos al perro, cachorro en este caso, para que genere un vínculo familiar con otras especies. De esa manera, los animales con los que el perro crece son con los que empieza a crear una relación social», indicó Infantino.
La organización civil WCS trabaja en conjunto con la Subsecretaría de Producción de Neuquén y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y con la Alianza Gato Andino poseen un criadero en Malargüe, provincia de Mendoza, en donde ya entregaron 20 perros a productores de Neuquén, Mendoza y Chubut.
Las razas protectoras más utilizadas en la Argentina y Sudamérica son el perro de montaña de los Pirineos (gran Pirineo), el Pastor de Maremma, originario de Italia, y, en particular, la WCS reproduce una cruza entre Pastor de Anatolia, originario de Turquía, con el gran Pirineo.
«Las razas de perros protectores tienen más de seis mil años de historia, no es una metodología nueva. Cuando el ser humano domesticó al lobo y surgió esta entidad doméstica lo que hace es exacerbar algunos comportamientos y disminuir otros», explicó el especialista.
Y señaló que «el perro sigue siendo un carnívoro y la conducta típica es marcar territorio. Orinando marca su territorio y avisa a otros carnívoros de su presencia».
Además, los pumas y los zorros «no son animales que se enfrenten con otro carnívoro, por lo que en esta zona de estepa no hay registro de enfrentamientos físicos con estos animales».
Una de las peculiaridades de este proceso, según Ezequiel Infantino, es advertir cuando el perro detecta una amenaza y «trabaja» en conjunto con las ovejas y cabras.
«Estos animales saben que el perro es parte de su grupo, pero que tiene una actitud defensiva. El perro se interpone entre su rebaño y la amenaza, comienza a ladrar direccionado y mientras hace esto las chivas y las ovejas se forman detrás del perro», apuntó.
Además, gracias a los perros protectores, las especies silvestres de la zona no son cazadas ni tampoco son abordadas utilizando cebos tóxicos, lo que produce una «convivencia entre especies sin que sea una amenaza para el pequeño productor».
«De tener casi un 50% de pérdida por depredación hoy tenemos cero. Si tenemos pérdidas con la cría son por factores climáticos, entre otros», expresó a Télam Flavio Castillo, uno de los productores de cabras de la cooperativa.
Castillo trabaja con perros protectores desde hace diez años y proviene de una familia de crianceros y remarcó que gracias a estos canes «no estamos preocupados por los animales si salen al campo».
El productor explicó que los perros conviven las 24 horas del día con los animales y son tratados «como una cabra más».
Para la cría utilizan el pastoreo y las cabras circulan libremente durante el día para luego volver por la tarde al lugar donde pasan la noche.
«El perro come y duerme con los animales y sale a caminar por el campo para marcar su territorio junto con las chivas. Eso te facilita un montón de tiempo. Antes perdíamos tiempo persiguiendo o corriendo para que no se metan predadores a las inmediaciones, hoy ya no nos preocupamos por eso. Nosotros cuidamos solamente la producción», agregó.
Por su parte, Infantino también explicó que otro de los métodos que utilizan para ahuyentar a los carnívoros es con el uso de luces disuasivas ya que «los carnívoros son muy temerosos de los elementos nuevos en el ambiente. Poner una luz disuasiva por lo general los asusta».
«Es una metodología que sirve si se complementa con otro y se le da descanso a la utilización de la luz porque, si el depredador se acostumbra, pierde el miedo y deja de ser útil», señaló.
Lo positivo de la implementación de estos métodos es que «no interfiere con la vida silvestre ni con su entorno» ya que «las poblaciones de estos animales se mantienen y cazan otras especies, como liebres».
Además, la posibilidad de mantener a los animales en un entorno más libre y sin tanta intervención hace que la materia prima que estos productores ofrecen sea de mayor calidad y sea reconocida por el mercado con un valor agregado por ese cuidado al medio ambiente.
«Al tener la certificación amigable nuestra fibra mohair, tiene más valor para el comercio. Es por eso que instamos a que otros productores sigan este tipo de producción para incentivar el uso de estas herramientas que cuidan al medio ambiente sin la necesidad de enfrentar a la fauna carnívora», Castillo.
POR GIULIANA BIASOTTO Télam