El próximo domingo se cumplirá un nuevo aniversario del arquitecto que con sus obras revolucionó a la Provincia de Buenos Aires, y especialmente al sudoeste bonaerense. Al respecto se refirió Anabella Madueña.
El venidero domingo se conmemorarán 125 años del nacimiento de uno de los artífices más prolíferos en cuanto a cultura edilicia de la Provincia de Buenos Aires: Ing. Arq. Francisco Salamone.
La obra de este arquitecto puede verse en distintos puntos geográficos, pero específicamente en el sudoeste bonaerense cuenta con una presencia preponderante, que aún hoy trasciende al tiempo y se perpetúa afortunadamente a través del saber popular.
Al respecto la ex Secretaria de Obras Públicas de Tornquist, la arquitecta Anabella Madueña, comentó que “en el momento que estuve estudiando arquitectura en La Plata era una materia más estudiar las obras de Salamone, pero ya en el distrito, cuando volví a Tornquist en el 2000, la obra la conocí más por algunos actores que por la carrera universitaria. Recién ahí se empezaron a conocer y reconocer todas las obras que hizo en los años 30 y 40”.
Sobre los hallazgos que se fueron dando en los últimos años a través de investigaciones, Anabella reconoció que “en los archivos estaba el plano de un portal del cementerio de Tornquist, que finalmente no se concretó, pero se hizo de manera idéntica en Azul aunque sin el arcángel que estaba planteado”.
Y continuando en esa línea, mencionó que “en 2015 encontré los planos de la delegación de Tres Picos, que en los inventarios de los historiadores no figura, y no se había asociado, que también es obra del arquitecto Salamone”.
Poniendo una mirada mucho más criteriosa, Madueña admitió que “para cuidar la obra de Salamone, lo importante es darla a conocer”.
En tanto que según su perspectiva “la palabra que se me viene es que fue un precursor. Todas sus obras fueron mayormente en la Provincia de Buenos Aires, todos lugares planos. Por ejemplo, la torre del palacio municipal de Tornquist tiene 42 metros, el edificio es de 1938, todos los años que han pasado y sigue siendo el edificio de mayor altura. Lo que debe haber sido para la época”.
Reforzando ese concepto, prosiguió: “utilizaba ladrillo y hormigón, pero lo llamativo fue los volúmenes. Hoy llama la atención, no me quiero imaginar para aquella época. Las vidas que habrán costado por todas las medidas de seguridad que no estaban implementadas”.
Trayéndolo al presente, Anabella Madueña sugirió que “sería bueno contar esta obra hasta en las escuelas para que se tome conciencia y se cuide el patrimonio. Si no ocurre lo que se ve a menudo, en los edificios, en las plazas, en las columnas, que lo que hacen es poner capa de pintura sobre capa de pintura, sin resguardar el diseño original”.
Por último admitió que de poder intervenir los patrimonios más emblemáticos, “en particular empezaría o me interesaría el portal del cementerio de Saldungaray. Me quedó preocupación por los hierros que quedaron a la vista porque se cayó el revoque. Como cualquier estructura de hormigón, eso es grave si se deja estar. A eso hay que hacerle un tratamiento a los hierros con paciencia y conocimiento. Y luego si revocarlo. Y después también el matadero”.