Los médicos de FEMEBA, al igual que ocurre con nuestros colegas de todo el país, vemos azorados como languidece el sistema de salud, mientras la política mira hacia otro lado y nos maltrata, olvidándose de los aplausos y las promesas hechas durante la pandemia.
Nos prometieron un miserable bono de 5.000 pesos, 20 o 30 veces menos que lo que recibe un camionero, o un bancario, y ni siquiera fueron capaces de cumplir con esa promesa.
Los salarios que recibimos quienes trabajamos en los hospitales públicos de la provincia son paupérrimos, y lo mismo ocurre en el resto de las jurisdicciones del país. Como si eso fuera poco, muchos de nuestros colegas carecen de estabilidad laboral, y se encuentran en situación precaria, sin ningún tipo de formalización.
Las obras sociales y prepagas abonan aranceles exiguos y lograr mejoras significativas en nuestros honorarios resulta una tarea casi imposible. A esto se suma la brutal presión impositiva ejercida por la provincia y el gobierno nacional, que nos agobia y reduce aún más nuestros magros ingresos, sufriendo en este sentido una inexplicable discriminación frente a las obras sociales, y otras instituciones, que lisa y llanamente, no abonan impuestos por su vinculación con la seguridad social.
Los médicos de FEMEBA nunca han estado tan reacios a continuar asistiendo a afiliados de IOMA, nuestra obra social provincial, como ocurre ahora, y el sistema apenas sobrevive gracias a nuestro esfuerzo y compromiso, pues de otro modo más de dos millones de beneficiarios del Instituto quedarían sin atención médica.
El IOMA adeuda miles de millones a todos sus prestadores y los honorarios que nos abona son míseros, y a todas luces los peores de toda la seguridad social.
El programa de formación médica de postgrado bajo residencias, se ha convertido en un sistema de explotación, donde en la mayoría de los casos, los residentes se convierten en mano de obra barata y reciben escasa o nula capacitación.
A todos estos males, se suma la violencia irracional de la que somos víctimas casi a diario, y que nos obliga en muchos casos a abandonar aquello lugares de trabajo donde se exhibe un mayor nivel de agresividad, y donde el Estado y nuestros empleadores no nos protegen.
Hacemos nuestras las palabras de la Confederación Médica de la República Argentina (COMRA) respecto al destrato que sufrimos por parte de las autoridades gubernamentales, y las Obras Sociales y prepagas.
El desánimo y la frustración nos invade y el éxodo de profesionales es incesante. Ya son muchas las especialidades en las que ningún médico asiste a los pacientes de obras sociales ni prepagas, y en algunas zonas ya resulta imposible conseguir especialistas aún abonando en forma particular.
Con salarios por debajo del nivel de la pobreza y con honorarios míseros, pronto nos quedaremos sin médicos, aun en especialidades básicas como la pediatría.
Estamos agotados, hartos, desesperanzados, y sobre todo nos sentimos desvalorizados; desvalorizados por las obras sociales, por las prepagas, y sobre todo por el Estado, que no solo nos maltrata, si no que se enorgullece de su lucha contra las “corporaciones”, olvidando que esas corporaciones a la que hace referencia están integradas por médicos; médicos que durante la pandemia han demostrado su idoneidad y han arriesgado su vida para salvar las de nuestros conciudadanos. La única política en salud sostenida en el tiempo ha sido la precarización del trabajo médico.
Es por todo esto que la Federación Médica de la provincia de Buenos Aires, convoca a un paro médico provincial para el día 2 de diciembre, en vísperas del día del médico, y hacemos un llamado a las autoridades para que rectifiquen su conducta y su política hacia nuestra profesión, y tomen conciencia del importante y esencial rol social que cumplimos.
La Plata, 15 de noviembre de 2022