El Parque Provincial Ernesto Tornquist, tiene “el doble propósito de proteger la naturaleza y ofrecer solaz al pueblo…”. Qué paradójico que esta unidad de conservación sea la Reserva con más requisitos de ingreso. Para subir al Cerro Ventana se requiere, además de abonar el derecho de entrada, pagar los honorarios de un Guía privado. Siendo Monumento Natural, es cierto que debe tener ciertas restricciones para su conservación, en función de la capacidad de carga, pero según la reciente entrevista al Encargado del Parque, pareciera que esta situación tiene más que ver con que los Guías privados tengan la posibilidad de “generar su profesión” que con un ferviente deseo conservacionista.
Daniel Porte en la inauguración en el año 2000 de las instalaciones actuales en el Cerro Ventana.
De acuerdo a estos dichos, ¿será que la función más importante de este espacio público es la de alimentar profesiones privadas? Y no de cualquier profesión. Sino la de los Guías de Turismo, quienes estarían en condiciones de garantizar la seguridad del visitante, el ambiente, la biodiversidad y ofrecer la información relevante, que es responsabilidad exclusiva de personal provincial. “Los Guías explican absolutamente de todo” expresó el funcionario.
El Parque ha sido entregado a un sector privado, que no solo privatiza el ingreso al Cerro Ventana, sino también el discurso del Estado. Entonces ¿dónde está lo “popular”, del ambientalismo que pregona la Provincia.? Volveremos con ello más adelante.
Esta no es la única “toma” que padece nuestra Reserva Natural. El pastizal serrano, uno de los principales objetos de conservación, se encuentra en peligro, y con él la biodiversidad nativa y endémica. El parque está cada vez más tomado, sobre todo, por especies exóticas invasoras, entre ellas los equinos, que, sin temor a equivocarme, estarán padeciendo parasitosis y problemas alimentarios, entre otros. Probablemente dirán que la Universidad Nacional del Sur está haciendo un “estudio de investigación” para elaborar un “plan” de manejo de los caballos asilvestrados, que llevará años. Otros más de aquellos que ya se llevaron adelante y permitieron que el investigador especialista en equinos de esa universidad obtenga su doctorado. No hay nada nuevo. Y lo saben. Muchos doctorados se han obtenido de los problemas ambientales del Parque y nada ha cambiado. Pero hace falta que la universidad entregue otro más y a cambio ofrece una contribución a la provincia: prolongar la agonía del ambiente.
Después encontrarán otra excusa para postergar lo que se sabe que hay que hacer: la urgente extracción de esos animales a otros sitios. Su atención, desparasitación, vacunación y alimento adecuado.
Finalmente, el Parque Provincial, está tomado por la jurisdicción municipal, quien se ocupa de recaudar fondos, de (hasta donde sabemos), el derecho de entrada. Lejos están aquellas épocas en que la Cooperadora garantizaba la participación local de voluntades tornquinstenses y cumplía una función social, conectando al parque con la comunidad. Entre sus actividades, ofreció la plataforma administrativa para que los Guías locales se formaran, capacitaran y profesionalizaran y se ocupó, además, de recaudar fondos que pudieran ser invertidos en el propio Parque. Gracias a ello en el año 2000, se produce la primera perforación en la base del Cerro Ventana, para provisión de agua y se inauguran las actuales instalaciones. Una obra de tales dimensiones que reemplaza un mangrullo, por oficinas, una salita de interpretación, baños públicos y kiosco. Nunca más se hizo una obra de esta envergadura. Sin embargo, según las estadísticas, hoy el ingreso de visitantes aumentó exponencialmente. ¿A dónde van esos recursos?
Además, por aquellas épocas, se recorría el sendero al hueco, de manera tal que el visitante pudiera encontrarse con algún Guardaparque, cumpliendo la función indelegable de custodiar el ambiente y a los senderistas. Junto al Servicio de Guías, sostenido por la Cooperadora, recibían la información. Las visitas eran autoguiadas, la contratación de un Guía quedaba en la decisión del visitante, con excepción del acceso a la Cueva de Toro, que requería ingreso con vehículos.
Curso de guías interpretes dirigido a estudiantes del nivel secundario del distrito
El Servicio de Guías también era considerado imprescindible desde la hora cero. Señor Encargado del Parque Tornquist: el diario del lunes se escribió hace cerca de cuarenta años. Más precisamente en el año 1984, con el primer curso de “Guías interpretes” dirigido a estudiantes del Nivel Secundario del distrito, quienes fueron nuestros primeros prestadores locales. Eso era “ambientalismo popular”.
Hoy el Parque Provincial es el que más personal tiene en el Sistema de Áreas Protegidas. Se habla de cerca de veinte personas. En cambio, el promedio, en el resto de las unidades de conservación, no llega a tres agentes por Reserva, para cumplir todas las funciones, incluidas la atención al visitante. Sin embargo, el Parque Tornquist, es el único que terciariza este servicio y cierra sus puertas al menos dos veces por semana.
El actual Director Provincial de Bienes Comunes y Ordenamiento Ambiental del territorio, de quien depende el Parque, es harto conocido del también actual, Secretario de Turismo de Tornquist. Juntos recibieron las capacitaciones del parque y ofrecieron sus servicios como Guías, bajo el ala de la Cooperadora, hace algo más de 20 años. Además, el funcionario municipal fue uno de los ocho guías que ejerció el derecho a un reclamo laboral, a la Asociación Cooperadora del Parque, gracias a lo cual obtuvo una indemnización, en aquellas épocas.
Una pregunta al pasar: ¿que evitará que los actuales prestadores privados, no tengan también el derecho a llevar adelante un reclamo por los servicios que ofrecen a la provincia/municipio?
La toma del Parque va cerrando por todos lados. La historia une al municipio y a la provincia en una “amistosa” alianza que privatiza servicios, municipaliza el Parque y finalmente regala el problema de exóticas a la universidad para que extraiga hasta la última gota del ecosistema agonizando.
Al Cerro Ventana hay que cuidarlo porque es un Monumento Natural. Pero esa es una tarea exclusiva del personal del estado. Si están tan preocupados por la conservación del Cerro, ensayemos una idea: cierren el sendero. Pero seguramente eso no es conveniente a muchos intereses que nada tienen que ver con la conservación del ecosistema serrano. La trampa esta puesta y condena a la naturaleza a quedar subordinada a las prioridades humanas. Nada nuevo.
Las exóticas avanzan, las nativas dan sus últimos suspiros y el Parque entrega servida la materia prima (el turista) a un grupo de Guías privados, quienes ya no tiene que hacer esfuerzos marquetineros, como muchos otros prestadores que la pelean día a día. Según se dijo, solo al sector del Cerro Ventana ingresan 40.000 personas al año, que acceden a los diferentes senderos. Estas personas abonan primero un derecho de entrada y luego quienes acceden al sendero al Hueco (unas diez mil) deben abonar, además, el honorario al Guía. Sintetizando el Municipio recauda un promedio de 10 millones de pesos anuales y el Servicio de Guías 13 millones, solo en ese sector. Cuánto de esto le queda al Parque para posibles inversiones, no lo sabemos. Y cuanto se invierte en conservación, que es nuestra primer preocupación, tampoco. Es hora de que rindan públicamente las cuentas.
Otro detalle, la comunidad local no abona la entrada al parque, pero para subir el sendero al hueco, al Monumento Natural, que es la insignia del partido que habita y en muchos casos su lugar natal, donde crecieron y crecen sus hijos, nietos, sobrinos, debe pagar el servicio del Guía. De nuevo: ¿ambientalismo popular?
Foto de Portada: inauguración en el año 2000 de las instalaciones actuales en el Cerro Ventana.