En 1995, se encargaron 56 millones de monedas de un peso a la Casa de la Moneda de Inglaterra. Cuando llegó el cargamento a Argentina, detectaron la errata, pero igual entraron en circulación. Ahora se convirtieron en objeto de colección.
En el reverso de la moneda debía decir Provincias del Río de La Plata. Sin embargo, se leía “provingias”, es decir, estaba la letra “g” en lugar de la “c”. Hoy, 26 años después, por este burdo error, este lote de monedas se convirtió en un objeto de colección y se las vende por internet en un valor mayor al nominal.
De acuerdo a los datos disponibles, se constata que piden hasta 15 mil pesos por cada una. Incluso, en sitios como Numismática ArgCollectibles y en la plataforma eBay se cotizan en dólares: piden desde 50 dólares por un blíster de 10 y entre 6 y 12 dólares por unidad.
Según los especialistas en numismática, las monedas con errores siempre son valoradas, debido a que en general son las más escasas. Pero esto no sería tan así en el caso de las monedas de 1995, puesto que se prevé que hay varias en circulación.
¿Qué fue lo que sucedió?
Según la información oficial, el Gobierno argentino -durante la presidencia de Carlos Menem- encargó la acuñación de 56 millones de monedas de un peso a Inglaterra y las autoridades recién advirtieron el error cuando llegó el cargamento al país.
Si bien la Casa de la Moneda inglesa aceptó que se trató de un error, por la urgencia no se pudo remediar: las monedas debían comenzar a circular.
“Fue detectado a poco de salir las piezas a circulación cuando una parte significativa de la partida ya había sido enviada a los bancos”, contó Ariel Dabbah en su libro Errores de acuñación en la moneda nacional (1881-2016).
Por unos días, la noticia copó los medios de comunicación, y llegó a informarse erróneamente que el Gobierno iba a recambiar las monedas a un valor mayor al nominal para quienes las devolviesen a los bancos”, agregó Dabbah.
Lo cierto es que la historia no terminó ahí. “En el año 2011, la economía adoleció el faltante de monedas en circulación y eso generó un incordio entre los ciudadanos que aún las requerían por ser el medio excluyente de pago en trasportes públicos”, relató el escritor.
Por esta razón, el Banco Central puso en circulación “el resto de la partida de aquellas monedas que aún se atesoraban en las bóvedas de la institución esperando destino de destrucción”.
Tal es así que, pese al paso de los años y el valor casi nulo de las monedas, se prevé que actualmente hay muchos ejemplares de este lote en circulación.