En la costa atlántica bonaerense, que cuenta con «una biodiversidad muy rica y es un área de crecimiento y alimentación», las especies más frecuentes de hallar son aves, elefantes marinos y lobos marinos, explicó a Télam el biólogo Sergio Rodríguez Heredia.
Debido a que las playas «están más pobladas que hace veinte años, sea por turismo o vivienda, en los ecosistemas costeros se intensifica las oportunidades de hallar fauna marina», señaló el responsable del centro de rescate y rehabilitación de la Fundación Mundo Marino.
Estas apariciones se dan de manera natural durante todo el año, cuando especies como lobos o elefantes marinos descansan en las costas y llevan a cabo el cambio de pelaje, conocido como «la muda».
Por el contrario, también pueden aparecer ejemplares afectados por la actividad del ser humano, por ejemplo «elefantes o lobos marinos enredados, cetáceos o tortugas atrapadas y pingüinos empetrolados», indicó Rodríguez Heredia.
Qué hacer
En el primer caso, donde se constata que los animales se encuentran saludables realizando una actividad natural, el especialista destacó que se debe mantener una distancia de «al menos cuatro o cinco metros», ya que el acercamiento «genera un estrés al animal, por el que puede atacar a la persona o huir».
Además, destacó que las mascotas también deben mantenerse alejadas.
En el caso contrario, al evidenciar que el animal necesita ayuda o se encuentra enfermo, se debe comunicar el hecho a «Prefectura, Defensa Civil, o los mismos guardavidas», destacó.
«Ellos se van a comunicar con centros de rescate, profesionales y universidades», indicó el especialista y alertó que «si una persona interactúa con un animal enfermo, le puede transmitir una enfermedad o agentes patógenos, como la gripe aviar».
Esta indicación se traslada al contacto con todo tipo de animales muertos.
«Es fundamental que la gente conozca y sepa esto ante el hallazgo. Cuando las personas se van encima o van con las mascotas y quieren interactuar, en realidad tiene que primar el respeto, la empatía y el conocimiento», sostuvo.
Y añadió que, ante la aparición de alguno de estos animales, «muchas veces no hay que hacer nada, solo si el animal está en peligro, enfermo, en red o empetrolado, se debe llamar a un profesional con procedimiento correctos».
Por su parte, el biólogo y director científico de Fundación Rewilding, Emiliano Donadío, aseguró que dependiendo el ambiente en que se encuentre, es posible encontrar distintas especies.
De este modo, en el sur de Argentina y la Patagonia «es posible ver de cerca guanacos, choiques patagónicos y ñandúes, zorros, zorrinos y pingüinos».
Mientras que, en el noroeste argentino, «pueden verse vicuñas, en el Impenetrable chaqueño tapires», junto con «corzuelas, yacarés, carpinchos y ciervos de los pantanos», enumeró el especialista.
«Hay una suerte de ‘regla’ que dice que el comportamiento de los animales es un espejo de cómo los tratan los humanos», aseveró Bonadío, y agregó: «Si los humanos acosan a los animales silvestres se van a escapar, y si no les hacen nada se acostumbran y son sumamente confiados ante la presencia».
En este sentido, el biólogo remarcó que «no hay que darle de comer a un animal silvestre y menos darle de comer e intentar tocarlo».
«Si un animal silvestre te muerde, además de que te puede pasar una enfermedad como la rabia, si se avisa al personal del lugar es probable que lo tengan que matar», alertó.
Y destacó que «a la fauna silvestre hay que observarla y disfrutarla a distancia prudente».
Frente a la aparición de animales heridos, se debe «llamar a las autoridades, no acercarse porque un animal herido puede ser peligroso, no intentar tocarlo ni asustarlo, no hacer ruidos fuertes y mantener alejados perros o cualquier otro tipo de animal doméstico».
En estos casos, las autoridades y profesionales serán quienes activarán un protocolo especial.
Si bien es «sumamente infrecuente», la presencia cercana con un depredador como un puma en territorio argentino, las principales recomendaciones son «no darle la espalda al animal y tampoco correr, siempre tenerlo a la vista e ir alejándose hacia atrás de a poco, incrementando la distancia entre el animal y la persona», detalló Bonadío.
Si el animal persiste en acercarse, «no hay que agacharse y se debe intentar parecer más grande», utilizando una campera u objeto que se pueda agitar.
Asimismo, si la persona está con un bebé o niño, se debe alzar al menor.
En tanto, al avizorar especies de anfibios como ranas y sapos, se debe tener en cuenta que en Argentina «no son venenosos ni peligrosos, no obstante solo se recomendaría atraparlos y liberarlos si se encuentran dentro de una casa, en una ruta, o caído en algún pozo», destacó Bernardo Lartigau de la Fundación Vida Silvestre.
También es posible intervenir en casos donde un animal, cuya manipulación no implica riesgos, se encuentra descansando o cruzando lentamente una ruta, como por ejemplo tortugas o pichones que aún no pueden volar.
En estos casos, se debe tomar cuidadosamente al animal y trasladarlo «a unas pocas decenas de metros del camino, en la dirección que naturalmente iba el animal. En caso contrario, limítese a ‘ahuyentarlo'», explicó Lartigau.
Y advirtió que «si alguien capturó un animal sano recientemente (no más de cinco días), y lo mantuvo aislado de otros cautivos, trate de liberarlo en el mismo lugar y hora en que fue hecha su captura».
Previamente, se debe chequear al animal con un veterinario y dar aviso a la dirección de fauna local.
Por último, el especialista solicitó que si una persona detecta casos de caza furtiva, como la de ñandúes con perros, «además de contactar a la dirección de áreas protegidas, deberían comunicarse directamente con la policía al 911».