A 9 años del primer NiUnaMenos, un comunicado de la Red de Vecinas de Sierra de la Ventana.
Parece mentira que haya pasado casi una década del primer NiUnaMenos y que el promedio de femicidios este año haya arrojado el dato que afirma que hay 1 femicidio cada 31 horas. No fue un caso aislado. A Chiara le quita la vida su pareja, eran adolescentes, ella estaba embarazada de 3 meses. Aquel mayo del 2015 el femicidio de Chiara iba a marcar un límite a la violencia machista. No es un caso aislado, esto pasa hace siglos, ahora alzamos la voz.
Cuando decimos que la violencia machista mata, no exageramos. Pero entonces, ¿de qué hablamos cuando decimos “violencia machista”?
Este tipo de violencia del que hablamos es tan profunda que no llegamos a verla a simple vista pero la vemos cuando sabemos que a las mujeres por el mismo puesto nos pagan menos, que las disidencias estamos expuestas a propuestas laborales del orden sexual o por ejemplo cuando las vecinas nos piden ayuda para denunciar a sus parejas porque ejercieron violencia y abuso intrafamiliar pero no saben como es el procedimiento para escribir la denuncia en la policía.
La violencia ejercida en los ámbitos laborales, familiares, de pareja, incluso de amistad, no se ven a simple vista, por eso quizás nos llaman locas.¿Cómo es que vemos lo que no se ve? ¿No la ven?
O díganos si alguna vez no se sintieron prisioneras-os de siquiera poder desear eso que el mandato no les permite.
Esa prisión que en la que nos encarcela el patriarcado es un sistema perverso, que necesita que los hombres no puedan llorar, no puedan ser sensibles, no puedan expresar sus sentimientos, no puedan sentirse hombres a pesar de no realizar tareas de fuerza, y que las mujeres estemos predestinadas a las labores domésticas, de cuidado, de crianza, o estemos destinadas incluso a ser más sentimentales y por ende más propensas a sufrir del amor romántico.
Por supuesto, ni hablar de los episodios de violencia que se ejercen hacia la comunidad LGBTTIQ+ que sin ir más lejos a Andrea, Pamela y Roxana el odio y la crueldad les quitó la vida el pasado 5 de mayo en la localidad del barrio porteño de Barracas cuando un vecino decidió prenderlas fuego. Lesbicidio se llama. Las mataron porque el odio pudo mas que el amor y el amor no puede costar tan caro. No.
Si asi no la ves, pensa en las personas que ademas de querer vivir el amor con otras del mismo sexo son negras o indigenas. Último escalafón de la interseccionalidad de género.
Somos la resistencia, pero también queremos ser reconocidas ante un estado que niega hasta la existencia de nuestros derechos después de haber eliminado el ministerio de mujeres.
No podemos seguir negándolo. Necesitamos ESI en las escuelas, la violencia machista se puede prevenir, las pibas y los pibes piden a gritos una ESI que sea perdurable en el tiempo, que no sea biologicista y sobre todo, que las-os-es haga sentir que pueden caminar de la mano con tranquilidad por la calle con la persona que aman sin ser señaladas-os-es y que pueden advertir señales de relaciones de opresión o malos tratos.
Todas las personas ansiamos libertad, pero esto no es libertad. Esta es una cárcel de la que somos más prisioneras-os-es que nunca.
Un pueblo que no aloja a las juventudes, es un pueblo destinado a morir de pena y odio.
A Chiara se la llevó el deseo de ser feliz con su pareja adolescente a toda costa. Y no, el amor no puede costarnos la vida.