La Fundación Varkey, en colaboración con la Organización de las Naciones Unidad Unidad para la Educación (UNESCO), entregó este miércoles el premio a la mejor maestra del mundo. Entre las postulantes para quedarse con el Global Teacher Prize, estuvo la platense Ana María Stelman, de la Escuela Primaria Nº 7 de Fragata Argentina de Barrio Hipódromo.
La docente de Prácticas del Lenguaje y Ciencias Naturales quedó seleccionada entre 8.000 postulantes de 121 países y fue superando distintas etapas hasta quedar entre las diez mejores maestras del mundo. “Siento mucha emoción, felicidad y estoy muy agradecida con la Fundación Varkey por este reconocimiento y por ser valorada por la valuación de mi trabajo”, manifestó Stelman durante la ceremonia.
Tal como detalla su experiencia, la metodología de Stelman se basa en los proyectos. Está convencida de que involucran a los estudiantes desde su propia realidad. Trabaja con chicos vulnerables, que incluso han llegado a vivir dentro de studs o caballerizas. Asumiendo ese contexto, decidió buscar valores “ocultos” en el barrio, trabajar con el compost a base de bosta de caballo, lombrices y la producción de plantines. La maestra recuerda que uno de sus estudiantes, que aún no estaba alfabetizado, se involucró de tal modo con el proyecto que aprendió a leer.
Ana María contó que suele ser catalogada dentro de la escuela como “la que hace cosas raras”. Otro de sus proyectos se llamó “Los niños gobiernan la República”: consistía en organizar elecciones entre postulantes de todas las escuelas de la ciudad para formar los cuerpos legislativos que sesionan durante un año. A su vez, haciendo uso de la astronomía, gracias a la virtualidad que promovió la pandemia, colaboró con docentes y estudiantes de Ushuaia, Mendoza y Jujuy para medir la extensión del país con un gnomon y desde el patio de sus casas.
En cada uno de los proyectos la estrategia de Stelman es convocar a especialistas, estudiantes avanzados. Ella no busca ser la única voz en el aula: “Los especialistas tienen el conocimiento y yo a los chicos. A veces pareciera que las docentes tenemos que saber todo, pero en verdad nosotros tenemos que enseñar herramientas para que los chicos puedan buscar el conocimiento, lo que necesitan para ser buenos profesionales”.
Finalmente, el premio quedó en manos de Keisha Thorpe, una docente de una escuela de Maryland, Estados Unidos. Además del reconocimiento, recibió un cheque de un millón de dólares.