Aristocracia, lujos, y más de 70 hectáreas de terreno: la historia de la creación del hotel más lujoso de América del Sur, con un final inesperado. Qué pasó y qué es hoy el Club Hotel de la Ventana.
A pesar de su aspecto fantasmal y sus muchos años de abandono, las ruinas del Club Hotel de la Ventana, en Sierra de la Ventana, también llamadas «El Titanic de las Sierras», siguen siendo un centro de atención turístico con increíbles visitas guiadas.
El emblemático edificio había sido construido con capitales ingleses y todas las innovaciones de la Belle Epoque, con el foco puesto sobre la aristocracia nacional que era característica de los veranos marplatenses, y también son la mira en las figuras de la alta sociedad europea.
El día de su inauguración, el 11 de noviembre de 1911, el expresidente Julio Argentino Roca lo definió como la «maravilla del siglo». Se lo considera el primer complejo hotelero de Sudamérica y uno de los primeros casinos argentinos, sin mencionar que fue nombrado hotel hotel más lujoso de América del Sur.
La construcción de 6400 m², el complejo contaba con 136 habitaciones, 56 baños y cuatro suites compuestas por dos dormitorios, cocina, comedor y baño con griferías de oro y plata. Los muebles de roble habían sido importados desde París, las sábanas y acolchados eran de hilo italiano y los colchones de tela de brin.
Como si fuera poco, tenía también galería solarium, un restaurante estilo Luis 16, un jardín de invierno, un salón de fiestas para 150 personas, tres salas de casino, un entrepiso club de noche, dos peluquerías, una torre mirador, una sala de música para conciertos, biblioteca, cancha para deportes hípicos, canchas de golf y canchas de tenis, entre sus tantas instalaciones. Existía también panadería, granja y huertas propias, además de herrería, carpintería, sala de máquinas, usina, taller mecánico, dos lavanderías y sastrería.
Sin embargo, y a pesar de sus incontables lujos, el complejo de Club Hotel de la Ventana sólo funcionó por seis años: se inauguró el 11 de noviembre de 1911 y cerró sus puertas el 14 de marzo de 1920. Hoy en día, los vestigios y ruinas del complejo impactan por su magnitud y es un recorrido imperdible al visitar Sierra de la Ventana.
CÓMO NACIÓ EL CLUB HOTEL DE LA VENTANA
Todo se remonta a los comienzos del siglo 20 y la medicina: el médico Félix Muñoz veía en la zona un buen sitio para la cura de enfermedades respiratorias y nerviosas, pensó en construir un hospital o centro especializado para tratar enfermedades de esa índole. Pero necesitaba inversores. Junto con Manuel Láinez, dueño de tierras en la zona, tocaron la puerta de la compañía británica Ferrocarril del Sud, que administraba un exitoso ramal de ferrocarril. La compañía vio en la propuesta una buena oportunidad para incrementar el tráfico de pasajeros en la forma de un gigantesco complejo hotelero y vacacional.
De las hectáreas cedidas en acciones por Láinez, la empresa seleccionó aproximadamente 70 de ellas destinadas a construir el famoso hotel de descanso y placer para la aristocracia argentina y los altos funcionarios dedicados a la construcción de las redes ferroviarias de la Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia.
LUJO PURO: UN FERROCARRIL EXCLUSIVO PARA EL CLUB HOTEL DE LA VENTANA
Cuando el complejo abrió sus puertas, en pos de ofrecer una comodidad mayor para sus visitantes, habían dispuesto automóviles que llevaban a los pasajeros y su equipaje desde la estación de Sauce Grande, construida en 1903, hasta las puertas del hotel, 19 km más adelante. Pero la demanda creció y seguía creciendo, los autos ya no alcanzaban y era necesaria la creación de una nueva solución.
Se decidió construir un ramal ferroviario exclusivo para el complejo y sus clientes. Era un ramal de 19 km en medio de las sierras marplatenses que se inauguró el 30 de noviembre de 1914 y, a partir de entonces, aumentaron los lujos del complejo.
TUMULTOS ECONÓMICOS
No era todo color de rosas: si bien la demanda era buena, el contexto mundial y nacional económico no lo eran. En 1913 ya se notaban los efectos de una gran depresión económica y en 1914 llegó la Primera Guerra Mundial para complicar aún más el panorama e implicó reajustes del presupuesto. El complejo comenzó a trabajar a pérdida, pero no cerró sus puertas.
Incluso, el 9 de julio de 1916 celebró el centenario de la independencia con una fiesta increíble, donde algunos de los participantes fueron la princesa Isabel de Borbón, el Príncipe de Gales, el presidente de Brasil y cientos de invitados especiales.
Sin embargo, y aunque todavía habían aires de esperanza, faltaba poco para el golpe letal que significaría el principio del fin: en 1917, una ley sobre «prohibición de juegos de azar» dispuso el cese de actividades de todas las salas de juego en el territorio nacional. El Club Hotel de la Ventana cerró al público, y sus propietarios, mayormente ingleses, dispusieron su liquidación poco después, el 14 de marzo de 1920. El ramal de trocha angosta cerró una semana después, el 21 de marzo.
ILUSIÓN: UNA SALVACIÓN INESPERADA
El gobierno de la Provincia de Buenos Aires se hizo cargo del edificio en 1924 con la intención de instalar en él una colonia de vacaciones, pero el proyecto no prosperó. Años más tarde, en 1939, un curioso episodio de la Segunda Guerra Mundial brindó esperanza al hotel: el acorazado alemán Admiral Graf Spee llegó al Río de la Plata perseguido por tres cruceros británicos.
Un día después, 1055 marinos del buque alemán ingresaron a la Argentina por el puerto de Buenos Aires. El capitán Langsdorff se suicidó el 20 de diciembre, y los marinos fueron enviados por el gobierno nacional a distintos puntos del país: 250 a Córdoba; 200 a Santa Fe, 100 a Mendoza, 50 a San Juan, y el resto a la isla Martín García.
En diciembre de 1943, 350 de ellos fueron trasladados en un tren especial hasta Coronel Pringles, y de allí en camiones del Ejército hasta el Club Hotel de la Ventana, donde se dedicaron a trabajar para reacondicionar las instalaciones. Pero la guerra terminó, y en febrero de 1946, los tripulantes fueron llevados nuevamente a Buenos Aires y de allí a Alemania, en carácter de prisioneros de guerra. El hotel volvía a estar en las sombras.
SE CAYÓ LA ILUSIÓN: EL FINAL
En 1961, la Congregación Salesiana obtuvo una concesión para instalar allí un centro recreativo, pero este duró poco. Luego, se estableció el Instituto de Ordenamiento de Vertientes e Ingeniería Forestal Florentino Ameghino, y hubo algunas obras de refacción. Se habló de rehabilitación, hubo planes y hasta se llamó a una licitación, a la que se presentaron varias empresas, pero nunca se adjudicó ningún trabajo, y jamás comenzó obra alguna.
Más tarde, en 1974, el complejo fue ocupado, durante poco tiempo, por unidades del Comando del V Cuerpo, que hacían ejercicios por la zona. En 1978, el entonces subsecretario de asuntos agrarios de la provincia de Buenos Aires, el ingeniero Salas, dijo que el hotel debía ser demolido, porque no tenía ningún interés ni valor histórico y no se justificaba el mantenimiento. Eso tampoco se cumplió.
En 1980 la Sociedad Anónima Comercial e Industrial Frigorífico Guaraní compró el terreno, con la intención de invertir cinco millones de dólares para rehabilitarlo como centro turístico, con un proyecto elaborado por un estudio de arquitectura de La Plata.
Sin embargo, el 8 de julio de 1983, cuando se hablaba de restauración y reapertura, el legendario hotel fue asesinado por un incendio, un fuego accidental producto del golpe de un rayo en medio de una tormenta, aunque muchos creían que el incendio había sido intencional.
Fuentes propias y del Cronista.